-Extracto de un artículo en el periódico venezolano «El Nacional» informado por nuestro colaborador hispano-venezolano Emilio Acosta Ramos:
«…La imagen sucinta y superficial que la inmensa mayoría de los venezolanos tienen de su propia historia no sólo es insuficiente y fragmentaria sino que es contraria a la verdad y hace imposible comprender y explicarse los sucesos, sus protagonistas y sus motivos. Es casi, en el más preciso sentido, una anti-historia…» . «En esa simplificación monstruosa y dañina, los tres siglos de imperio español -que es la más larga época de nuestra historia, en que nuestro país se forma, cobra rasgos de su fisonomía, define relaciones culturales, económicas, morales y sociales- quedan reducidos a una abominable imagen de abyección, atraso y horror…» . «Esa visión que forjó la retórica de combate de los luchadores de la Independencia. Podría ser explicada como propaganda útil para las circunstancias de una dura purga, pero no como explicación válida de la formación de nuestro pueblo…» . «El joven Baralt, al publicar su historia en 1841 recoge esa versión peyorativa de nuestra historia… Juan Vicente González en 1865 publica la biografía de Ribas y en ella refleja en frases y conceptos la misma concepción antihistórica…» . «A fines de siglo el criterio predominante no se había modificado. Venezuela Heróica de Eduardo Blanco es la síntesis resonante y conmovedora de esa visión. De la abyección de la época colonial brota, como un prodigio inexplicable, aquella generación de superhombres que no ha de tener sucesores. La América Hispana era víctima de un poder extraño que la mantenía en la ignorancia. La independencia se convierte así en un hecho sobrenatural que el pueblo podrá asimilar a los milagros de los Santos…» . «La historia que se escribe en Venezuela a partir de la Revolución Federal recoge literalmente la propaganda de combate y la acepta como verdad única… El gobierno más celoso de las libertades públicas y más respetuoso de la ley que hubo entonces en la América hispana pasa a convertirse en «la oligarquía», «los conservadores», o simplemente «godos». Así han merecido la denigratoria clasificación de «godos» los hombres de mentalidad moderna y liberal…»
-Arturo Uslar Pietri
