Juan Carlos Flores, in memóriam

Se suicidó el poeta Juan Carlos Flores

Se ahorcó en el balcón de su apartamento en el reparto Alamar.
Un barrio tan deprimente que da ganas de simplificar el último trámite y mudarse para el más allá.
Quedó colgado a la vista de los vecinos. Como para que a nadie se le olvide que morir por la patria no es vivir cuando se trata de una muerte en vida, lenta y dolorosa, entre el asco y el tedio de un entorno hostil.
Juan Carlos vivía solo, quizássin haberse repuesto del golpe del divorcio. Se entretenía cazando los fantasmas que lo atormentaban, pero no como se caza a los pokemons, sino con una escopeta virtual de poesía y desencanto, a la que el tiro le salía a veces por la culata.
El poeta padecía de serios trastornos psiquiátricos, es verdad, pero estos se agravaban en medio de un sistema que potencia todas las angustias y desesperanzas, más el deseo de acabar la comedia de una vez haciendo mutis por el escenario mismo.
Él escogió, teatralmente, el balcón de su sórdido apartamento.
Fue su última performance.
Descanse en paz.

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