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Ibérica, las tierras del otro lado del océano

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Las Españas ni cuando fueron imperio ni cuando -como ahora-,  presumen de ser independientes, no pasan de ser una tierra doblegada, contenta con estarlo y serlo, de un sistema, de una bandería extrajera que la lleva y la trae a capricho y necesidad extraña, sin consideración alguna hacia los habitantes propios de su territorio.
Las tierras del poniente de la mar oceana, las que al final, ante la falta de criterio y dignidad cultural española se denominaron América, y ahora los Usa se están apoderando del gentilicio en su totalidad, hasta el extremo que algunos emigrantes llegan a España alegando que son americanos, como presumiendo de ser de Usa.
España, de siempre, y más en aquellos albores oceánicos, al margen de tenerle una tirria tremenda a Portugal, que de haber podido serrar la Península lo hubiera hecho y hundirlo en la mar, en todo momento siguió las letales consignas vaticanas, y, el resultado está y salta a la vista: que algo que pudo ser, porque lo fue, netamente ibérico, al final fue un asunto cristiano europeo, por fuera de poner la cama Portugal y  España.
Desde que el lusitano Gil Eanes dobló el Cabo Bojador africano corriendo el siglo XV empujado por la tremenda ayuda que le prestaron para ello los judíos que huyendo del primer gran degüello vaticano en España de 1.392 se refugiaron en Portugal,  hasta la vuelta triunfante a Lisboa de las naves con el Cabo de las Tormentas y Las Agujas grafiados en sus ruteros, los nombres, por anotar algunos, de Fernando Gomez,  Fernando Poo, Alfonso de Sequeira, Nuño Tristao, Diego Cao, Alfonso Gonzalvez, Diego de Azambuja, Juan Alfonso da Aveiro, Bartolomé Díaz, Diego Gómez, Pero da Cavilha, Gonzalez Zarco, y todo un largo etcétera de navegantes y de guardadores por escrito de sus gestas: Gomez Eanez de Azurara, o Juan de Barros, visten de gala la conserva y seriedad en la gran historia marinera portuguesa, a la que no cesaron de tirarle basura encima las llamadas Españas con el Vaticano agazapado injiriendo en todo lo que pudo y un poco más.
Portugal y España, en ese orden porque así se forjaron los caminos océanos del planeta que nos da cobijo, debieron de poner nombre a lo explorado, y aquel nombre de IBERICA que sonó para denominar las tierras oceánicas del poniente de la mar Atlántica en lugares como en la junta de navegantes en la ciudad de Toro, aunque a todas luces sea siempre un bautizo injusto imperial en contra de la opinión que más vale que es la de su gente originaria, debió de mantenerse muy por encima de aquella India portuguesa, o las Indias españolas, ante un regocijo explosivo de los demás reinos europeos que sabían que mediando el clero vaticano de por medio, al final el pastel sería para ellos y el trabajo de peonaje para todos los demás.
De todos aquellos años del balbuceo oceánico en Portugal, para disgusto Vaticano, salvo el tiempo del reinado en el país vecino a España de los tres “reyes Felipes”, aquellos sesenta años nefastos para los archivos históricos portugueses contados a partir del mil quinientos ochenta, que fue cuando el Vaticano metió su uña a placer desbaratando el buen hacer del acopio documental luso, por el demás tiempo Portugal siempre ha conservado y conserva  en sus archivos documentos de primera magnitud, que orgullosos los exhiben como prueba de que fueron respetuosos con el hacer pionero de su gente.
Por el contrario, en España, fruto de un servilismo salvaje y demencial, de un dejar hacer que desde el Vaticano se apropien indebidamente o roben documentos propiedad del Estado español, es muy difícil que el historiador pueda encontrar en los Archivos de Las Indias de Sevilla otra cosa que legajos de manifiesto de buques, y no todos, porque los documentos primeros, los básicos, los que cimentan nuestros balbuceos marineros oceánicos, aquellos primero ruteros o libros de asiento de pago a las tripulaciones, esos duermen todos en el archivo Vaticano si no los han vendido poco a poco a colecciones de particulares.
Portugal, el reino marinero luso, primero en organización política como reino en Europa, aunque ahora esté en la actualidad totalmente colonizado empresarialmente por el Vaticano en la misma línea o más que España, aún así, siempre ha tenido una mayor dignidad para respetar y luchar por conservar sus cosas patrimoniales raíces; Y aunque la Boblioteca Nacional de Francia, especialmente de la época del saqueo documental de los “tres Felipes”, presuma del atlas de geografía Miller, al extremo de dejadez al que llegó y está España es inconcebible, y, al parecer, a nadie le preocupa el vacío y la carencia lo más mínimo.
Puede que el caballero Arnaldo de Rocha tomara parte activa en las llamadas Cruzadas por ser uno de los nueve primeros caballeros que constituyeron la llamada orden de los Templarios, pero los portugueses, a diferencia de España, antes de ir a las citadas cruzadas, preferían arribar a Lisboa con un cargamento de trigo para su gente, y aunque siempre lo han pagado caro porque el Vaticano ha procurado lesionar los derechos portugueses como reino o país, nuestros vecinos ibéricos prefieren ser primero portugueses antes que otra cosa.
En España no, en España primero es el Vaticano, y después, lo que quede, si queda algo, se hace mendigar.
Salud y felicidad. Juan Eladio Palmis.

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  1. QUE OTRO LO ARREGLE
    Es ignorante;
    pero es la escusa capital,
    porque la España de ahora
    es ignorante,
    pero todavía
    es capaz,
    de saber y distinguir
    lo que está mal.
    El español de hoy,
    de las cuatro reglas:
    bar, estadio, procesión
    y romería,
    sabe de carrerilla
    porque lo ha oído,
    lo que está mal,
    y no lo ignora,
    pero espera
    que otro lo arregle.
    Así se lo manda Roma,
    y así,
    obedece.

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