Historia integral

Tras doscientos años de soledad, urge retomar la historia en su conjunto para que juntos hagamos historia de una forma integral.

Antonio Moreno Ruiz
El peso de la Leyenda Negra nos ha supuesto una gran losa durante demasiado tiempo. La concepción que el ser humano tiene sobre su historia e identidad le afecta mucho, y con razón, tanto la política como el mundo empresarial cuenta más con el psicologismo. Pocas batallas ideológicas y hasta económicas se dan sin tener en cuenta el factor psicológico. Con todo, a la Leyenda Negra, hay quien ha querido contraponer la Leyenda Rosa. Esto se puede entender dado el enorme peso que nos oprime. Pero en verdad, no ayuda. Y ya no compensa. Es hora de que por fin hagamos historia, y de que lo hagamos de una manera integral. Porque, a saber, uno de los datos que se lleva omitiendo tropecientos años (y por razones obvias) sobre la conquista de América es que no fue una cosa exclusivamente de «blancos europeos»: Ya a principios del siglo XVI existe en la actual Venezuela toda una generación de conquistadores criollos y hasta mestizos, como Francisco Fajardo. Así como se forjó toda una generación de gobernadores criollos y mestizos del Río de la Plata, con Hernandarias Saavedra como buque-insignia. Ese mismo fenómeno se dio en la expansión de Nuevo México, política que se mantuvo desde el siglo XVI al siglo XVIII, siendo muy visible por ejemplo en las expediciones de Juan de Oñate. Y eso por no hablar de los conquistadores negros, tales como Juan Garrido en México o Juan Valiente en Chile. O los primeros poblados de negros libres del continente americano, desde Esmeraldas (actual Ecuador) hasta la norteña Florida. Y eso, naturalmente, por no hablar de los miles de indios aliados que actuaron como guías, intérpretes o soldados, artífices de la conquista que luego dio como fruto el establecimiento de virreinatos y de una nobleza española que aumentó en América. Los descendientes de incas y aztecas que sobrevivieron al rencor de sus propios corraciales, desde la familia de Moctezuma a la sangre de las panacas, hay que buscarlos todavía en los títulos de Castilla. Y esto es algo parecido a cuando se ha pretendido camuflar a los realistas de principios del siglo XIX de «europeos» por mor de ocultar la activa presencia criolla, mestiza, india o negra en el movimiento de adhesión a la Monarquía Hispánica frente a los secesionismos alentados y hasta comandados por el Imperio Británico. De estos temas capitales para entender la rica y compleja historia de nuestra América hablé durante años con mi amigo el historiador quiteño Francisco Núñez del Arco (1), y a Dios gracias que hoy en día están reflejados en su libro «Quito fue España (Historia del realismo criollo)» que me precio en prologar.
Además, cabe precisarse que España no existía como estado-nación. No era un estado-nación español que extraía oro y plata sin permiso de un estado-nación mexicano, peruano o etc. Esa «España» era en verdad una monarquía multicontinental, si se me permite el neologismo; y los virreinatos eran parte integrante de un circuito de monopolio y autarquía; el mismo circuito que a lo mejor prohibía la circulación de un producto pero aumentaba la de otro; por eso Quito, por ejemplo, fue una industria textil poderosa mientras que había regiones de la Península que ni sabían lo que era eso.  Hay quien dice, arguyendo leyenda rosa, que España sólo extraía el quinto real. No es así, y así tampoco se combate la leyenda negra, porque la realidad es mucho más compleja, rica y contundente. A saber: Y el flujo de metales de América a Europa, ciertamente imponente (aunque ni por asomo se parece al actual), no estaba controlado sólo por peninsulares. Ni tan siquiera sólo por banqueros genoveses o tudescos. De hecho, la participación de criollos, mestizos e indios fue muy importante, y por eso se mantuvo tres siglos. Uno de los beneficiarios del tráfico minero fue nada más y nada menos que José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru, el cual pagaba a sus rebeldes con oro, siendo que su esposa, Micaela Bastidas, le prevenía contra esta forma de pagar a sus supuestos leales, cuando ya se le estaba acabando el mineral (2).
El problema de nuestra historia como hispanos es la falta de percepción y realismo: Tan imbécil es el que dice «ustedes vinieron a robarnos» como el que dice «nosotros fuimos a civilizaros». Señores, para bien o para mal, los descendientes de conquistadores, gobernadores y pobladores están en América; en todo caso en España se quedaron los primos. Y fueron esos hijos de la conquista, la gobernación y el poblamiento, los criollos, los que también mandaron tanto en América como en Europa hasta los últimos días de Fernando VII: Pablo de Olavide, criollo peruano, ministro de Carlos III; Juan Francisco de la Bodega y Quadra (de la rama que Miguel de la Quadra-Salcedo QEPD), criollo peruano que extendió los lindes de la Monarquía Hispánica por Alaska y encargado diplomático de negociar con los ingleses; Blas de Ostolaza, criollo peruano, confesor de la familia real; el duque de San Carlos, criollo peruano, ministro plenipotenciario de Fernando VII… Y estos son escasos ejemplos de los últimos tiempos. Hubo un quiteño virrey de Cataluña, un peruano virrey de Nueva España… Por ello, se reitera que no había un estado-nación español que sojuzgaba a estados-naciones desde Alaska a la Patagonia, quitémonos la mentalidad anacrónica de la cabeza de una buena vez, tanto los de la leyenda negra como los de la leyenda rosa. Tan ridículo resultaría como si yo le echara en cara a un italiano el Imperio Romano, como si el estado-nación italiano existiera en la época de Julio César; o como si un italiano me dijera que fueron ellos a civilizar España. Fuimos parte del mismo imperio. Esa es la vaina.
¡Ah! Y hablando de bicentenarios, los territorios americanos se independizaron de España tanto como España se independizó de ellos. De hecho, España como estado-nación liberal data de la misma época que las repúblicas. Y ya vemos los excelentes resultados en entrambos hemisferios. Y los excelentes resultados de Cuba, Puerto Rico y Filipinas luego de ser invadidos por Estados Unidos en 1898.
Así las cosas, tras doscientos años de soledad, urge retomar la historia en su conjunto para que juntos hagamos historia de una forma integral. Somos la herencia viva de una comunión, y ante los tiempos de la globalización, hemos de ser nosotros mismos, haciéndonos valer como familia. España no puede estar en Europa sin América, y América podrá encontrar en España su mejor valedor ante el Viejo Mundo. Todos nos necesitamos. Y ya que está tanto de moda la palabra “geopolítica”, en nuestro caso es sinónimo de hispanidad. Es algo latente, no se puede ocultar. Démosle fondo y forma desde lo metapolítico hasta conseguir una política nuestra.
 
(1)Sobre el libro de Francisco Núñez del Arco:
https://www.facebook.com/escritorantoniomorenoruiz/photos/a.153549084843567.1073741864.113868212144988/486980814833724/?type=3&theater
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2016/07/mis-lecturas-quito-fue-espana-historia.html
(2)Sobre Micaela Bastidas:
https://www.facebook.com/movimientohispanico/photos/a.1596802353955712.1073741833.1589602938008987/1607180896251191/?type=3&theater

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