Hispanidad y mestizaje

-Por Jose Crespo

El título de ‘Reyes Católicos’ fue concedida a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano Alejandro VI mediante la bula “Si convenit” expedida el 19 de diciembre de 1496.


Este título se convirtió en hereditario a partir de Carlos I de España y V de Alemania.
Por tal motivo los reyes de España siempre se refería a ellos como “Rey Católico” o “Su Católica Majestad”.

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, no solo permitieron sino que fomentaron el mestizaje al considerar a todos sus súbditos iguales.


Resulta curioso que ciertas teorías critican el mestizaje como una forma de genocidio cultural para disolver a los pueblos indígenas.

Los Reyes Católicos se reafirmaron en esta “política” de fusión racial cuando en el año 1514 fue firmada por el rey Fernando II de Aragón y V de Castilla, una Real Orden por el que se validarían los matrimonios de cristianos y nativos y se legitiman su descendencia.

La Real Cédula de 19 de octubre de 1514 es probablemente el ejemplo más claro de la realidad del mestizaje, que marca una evidente diferencia entre la conquista española de las Indias con cualquier otro proceso del mismo género protagonizado por otros reinos europeos. Debemos recordar que las mujeres, para la mayoría de los pueblos amerindios, eran objeto de cambio.

La Real Orden lo explica así :
《Es nuestra entera voluntad que los indios e indias tengan, como deben, entera libertad para casarse con quien quisieren, así con indios como con naturales de estos reynos, o españoles nacidos en las Indias, y que en esto no se les pongan impedimentos. Y mandamos que ninguna orden nuestra que se les hubiera dado o por Nos fuera dada pueda impedir ni impida el matrimonio entre los indios e indias con españoles o españolas, y que todos tengan entera libertad de casarse con quien quisiere, y nuestras audiencias procuren que así se guarde y cumpla》
(Ley 2, tít. I, Lib.VI).

En relación con esta política de fomento del mestizaje y los matrimonios mixtos promovidos por los Reyes Católicos en los albores de la exploración, asentamiento y poblamiento en América, conviene compararlo con otras situaciones, mucho más recientes, promovidas por formas de pensamiento del mismo origen, en lugares tan alejados como Australia, Sudáfrica o los Estados Unidos de América, para dar valor a esta meritoria voluntad de los Reyes hispánicos.


Sorprende cómo contrasta de forma abierta con la prohibición de matrimonios interraciales en 16 estados de EE. UU. ¡¡hasta 1968!!! cuando el mas alto Tribunal norteamericanos considerara las leyes raciales de algunos estados como inconstitucionales (sentencia del 12 junio de 1967 del Tribunal Supremo norteamericano).


El mismo caso en Sudáfrica hasta 1985, o la prohibición hasta 1970 en Suecia a que los católicos pudieran ser funcionarios públicos de la Corona Sueca.


No digamos en Australia donde haya el siglo XIX los nativos eran considerados como parte de la fauna y la flora.


Otros reinos y republicas mas cercanos, como Portugal, no abolió la esclavitud hasta el 19 de abril de 1875, esto es mas de trescientos años después que lo hiciera España en sus Leyes de Indias, todo reconociendo que como obra de humanos hubo errores.


Un caso ejemplar es el de la primera gran mujer india que aparece en la aventura española en América: Malineli Tenepatl, la Malinche, cristianizada como Doña Marina. Con ella venían otras veinte mujeres otorgadas por los caciques de Tabasco a los españoles. Y serán muchos miles más en México, en Nueva Granada o en Perú. Y no sólo esclavas, sino mujeres de cualquier condición.


Hay que tener en cuenta algo importante y reiterarlo, en las poblaciones amerindias había tres, cuatro y hasta cinco mujeres por cada hombre. Los nativos de Cempoala, una vez se alían con Cortés, ofrecen a los españoles ocho hijas de caciques y explican a los conquistadores “que será bien tomásemos de sus hijas y parientas para hacer generación”, como dice Bernal Díaz del Castillo.


Cada vez que se firma la paz con una tribu vemos el mismo ritual de la entrega de mujeres. Porque en las sociedades indias la condición de la mujer solía ser la de una mercancía. Pero, una vez casadas y cristianizadas, se convertían en españolas de pleno derecho.


Por supuesto, lo mismo ocurría con sus hijos, hasta el punto de que el mestizaje se convertía en timbre de orgullo.

Fue antes reconocida por los reyes de España la nobleza de los reyes y jefes indios que la de los españoles benemérito de Indias.


Hoy podemos ver en la plaza de Armas del Palacio Real de Madrid las estatuas que ornamentan la fachada, todas ellas de reyes de España, y si nos fijamos en la línea de fachada que va de este a oeste, es decir la que apunta a América, en ambas esquinas interiores hay dos esculturas, la de Atahualpa y la de Moctezuma como dos reyes más de la Hispanidad.

El resultado resulta evidente, el mestizaje es un signo distintivo de la Hispanidad.

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