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Héroes de Cuba: Rama y Cancela

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Las razones pueden ser varias. Una puede ser que, históricamente, España no ha mirado al mar lo suficiente, y más si tenemos en cuenta que nuestro imperio era ultramarino. Otra, que el mismo espíritu militar y lacónico de nuestros ejércitos es aún mayor en la Armada, y en consecuencia, conceden poca importancia a los grandes hechos. Quizás, incluso, sean ambas razones anteriores (y alguna más) las que explican esta falta de memoria.
En este tema vamos a tratar el comportamiento heroico de dos infantes de Marina gallegos, en la guerra de Cuba. Ambos eran de reemplazo, no profesionales, y ambos pertenecían al antecesor del actual Tercio Norte de la IM española (que, no lo olvidemos, es la más antigua del mundo, nacida en 1.537). Sus nombres: JOSÉ RAMA VARELA y ANTONIO CANCELA RODRÍGUEZ.
Estos dos infantes de Marina realizaron una portentosa hazaña, que habría podido quedar en el anonimato de no darse la circunstancia de construirse en el lugar de la misma, poco tiempo después, un fuerte que, por disposición del General Echagüe, debería llevar el nombre de los soldados que se hubieran distinguido por su valor y sacrificio en acción de guerra en el lugar del fuerte o en sus inmediaciones. Y por ello fue bautizado con el nombre de “Rama y Cancela”.
La hazaña ocurrió el 5 de Junio de 1.895. Ambos infantes formaban parte de una unidad de Infantería de Marina que, a su vez, estaba incorporada al dispositivo del Ejército de Tierra. Rama y Cancela pertenecían al 2º Batallón del 2ª Regimiento, de guarnición en la plaza de Holguín. Para proteger la línea de ferrocarril de Gíbara a Holguín, estaban desplegados en puestos de centinela unidos mediante patrullas de vigilancia. Aquél día formaban parte de una de estas patrullas, compuesta por un sargento, un cabo y 13 soldados. La patrulla fue atacada en Piedra Picada, junto al puente sobre el arroyo Aguas Claras, por fuerzas muy superiores (unos 1.800 insurrectos), mandadas por los cabecillas Maceo y Rabí. La patrulla los pudo fijar durante un cierto tiempo con nutrido fuego; después hubo de retirarse, operación que realizó brillantemente, pero tuvo que abandonar a cinco soldados que quedaron copados. De ellos, tres fueron heridos pronto, y rematados a machetazos, dándoles por muertos los insurgentes. En cambio, José Rama Varela y Antonio Cancela Rodríguez resistieron sin rendirse hasta que se les agotó la munición, y fueron cruelmente masacrados en medio de ocho cadáveres enemigos inmediatos. Su acción dio tiempo a que llegaran refuerzos y la posición a ellos confiada no se abandonó.
Un testigo casi milagroso pudo contarlo, el soldado Blanco (uno de los tres dados por muertos por los insurgentes) quien, con la masa encefálica al aire, sería recogido posteriormente.
Durante su defensa, Rama y Cancela recibieron una oferta de los insurgentes, que les daban la oportunidad de rendirse a cambio de respetarles la vida y libertad. Sin embargo, ellos prefirieron defender su puesto hasta el final, porque así hacían honor al juramento dado de cumplir con su deber. Resistieron solos heroica y milagrosamente durante un tiempo considerable (quizás, más de una hora), dando lugar a que se organizase el contrataque español.
Cuando llegaron los refuerzos, encontraron sus cuerpos acribillados a balazos y machetazos en el mismo puesto de centinela, junto a la vía del tren. No se habían movido del mismo, como aquellos divisionarios que, en la Posición Intermedia, «permanecieron clavados al terreno«. Junto a ellos, una enorme cantidad de vainas desparramadas indicaba el altísimo número de disparos que hicieron en defensa del puesto y de ellos mismos antes de morir… 
Los nombres de los otros dos infantes de Marina del destacamento que dieron su vida eran: Ignacio Carril y Fidel Fial. Y el que resultó herido, y pudo contar los hechos, fue el ya citado Jerónimo Blanco Incógnito, a quien se concedió la Cruz de Plata de Mérito Militar con distintivo Rojo, pensionada con pensión vitalicia de 7’50 pesetas (Diario Oficial del Ministerio de la Guerra de 15/08/1.895, página 594)
El primer homenaje que se les hizo fue «in situ»: Para proteger el puente ferroviario de Aguas Claras, se erigió el nuevo fuerte en las proximidades de las pobres defensas anteriores. Y este nuevo fuerte, de más envergadura e importancia que aquellas, recibió el nombre de “Rama y Cancela”. Y bajo la placa que indicaba este nombre, se colocó otra placa-memorial. La placa tenía una leyenda que rememoraba la que 2.300 años antes había diseñado Herodoto en las Termópilas, en honor de Leónidas y sus espartanos. Si aquella leyenda griega decía “¡Oh, extranjero! Ve y di a Esparta que aquí sus hijos murieron por conservar sus leyes”, la de nuestros héroes decía: «VIAJERO, ¡DETENTE Y DESCÚBRETE!. LA TIERRA QUE PISAS ES SAGRADA. (EN NOMBRE DEL REAL CUERPO DE INFANTERÍA DE MARINA)”. Y todas las locomotoras, en señal de respeto, silbaban tres veces al llegar a la altura del fuerte.
El propio general Echagüe, al inaugurar el nuevo fuerte, narra con algún detalle los hechos: “En este sitio – dijo – no ha mucho escribieron con su sangre y sellaron dos valientes soldados con sus vidas una brillante y gloriosa página digna de conmemorarse. Dos héroes, sí, dos héroes, no por desconocidos menos dignos de admiración y recuerdo, dieron aquí su vida; y la sangre por ellos derramada, al cubrir de gloria la bandera del segundo de Marina a la que prestaron juramento, da prueba del valor, abnegación y desinterés con que el soldado español da su vida por la Patria. Ya conocéis el hecho; más conviene recordarlo, para que sirva a los vivos de ejemplo y de ofrenda a los muertos: El cinco del último mes de Junio, un puñado de soldados del indicado batallón, que distribuidos por parejas custodiaban por este sitio la vía férrea, fueron de improviso atacados por una partida fuerte de dos mil hombres, al mando de los cabecillas Maceo y Rabí. Los soldados José Rama Varela y Antonio Cancela Rodríguez se batieron heroicamente, sosteniéndose como centinelas en el puesto que se les confiaba y en el que se les encontró acribillados de heridas de bala y machete, demostrando el número de casquillos desparramados a su lado, que, conocedores de su deber, sabían morir matando. – Señores: Sobre los muros de este fuerte bien pudiera colocarse una inscripción a semejanza de la que se leía en la tumba del héroe de las Termópilas: Viajeros: ¡Detente y descúbrete! La tierra que pisas es sagrada.» En nombre del Real Cuerpo de Infantería de Marina». (Tal leyenda fue colocada sobre la placa que daba al fuerte el nombre de «Rama-Cancela», y la máquina del ferrocarril que por el pasaba pitaba tres veces para recordar la hazaña.)
Sea por hoy para siempre conocido este fuerte con el nombre de RAMA-CANCELA, nombre de los dos héroes que pertenecieron a un Cuerpo cuya historia es tan antigua como brillante, y que siempre comparte con sus compañeros del Ejército las glorias y fatigas de nuestra campaña. Sea éste un monumento levantado en su memoria y un baluarte más de la integridad de la Patria, que si bien hoy se ve combatida, posee, en cambio, otros siempre propicios a todo noble intento, coadyuvando a la empresa de pacificación».
Según la información de que dispongo, la acción de Rama y Cancela fue premiada con la Cruz Laureada de San Fernando. Pero, al no haber podido averiguar en qué fecha, pongo en duda esta concesión. Lo que sí es cierto es que, con Laureada o sin ella, la Infantería de Marina no olvida a sus héroes. Y ya se ordenó en aquellas fechas perpetuar su memoria mediante lápidas, con la misma leyenda, que se ordenó colocar en todos los cuarteles del Cuerpo de Infantería de Marina. Además, como póstumo homenaje, una real orden dispuso que ambos figurasen perpetuamente en la nómina de la 2.Compañía del 2.° Batallón del 2.° Regimiento, a la cabeza de los demás soldados y pasando revista como presentes y con esta nota: «Muertos gloriosamente en Rama-Cancela (Isla de Cuba) el 5 de junio de 1.895«. En honor a estos caídos, se cantaba una versión, que sustituía el verso «Gloria a los valientes que por mar y tierra…..«, por «Gloria a los valientes Lois, Rama y Cancela / que heroicamente murieron defendiendo su bandera» (Lois fue un infante de Marina que tuvo gloriosa y heroica muerte a bordo del crucero “Baleares”, el 7 de Septiembre de 1.937, durante la guerra civil).
El 15 de Septiembre de 1.912, fue descubierto en El Ferrol la lápida conmemorativa del hecho heroico de estos dos soldados, en el Cuartel de Infantería de Marina (cuartel de Dolores, obra de gran interés arquitectónico construida en el s. XVIII por Sánchez Bort), siendo Coronel del Regimiento D. Enrique Muñoz, quien, en el discurso pronunciado al efecto, volvió a recordar el hecho. Y casi un siglo después, en Noviembre de 2.007, y a propuesta del Ayuntamiento de Coristanco (La Coruña), fue inaugurado un busto del soldado Antonio Cancela Rodríguez, del 2º Batallón del 2º Regimiento y que era natural de la localidad. Dicho acto fue presidido por el COMGEIM (General Chicharro) y el alcalde del municipio. Al acto de inauguración asistió una compañía del tercio del Norte de la Infantería de Marina, con escuadra de gastadores y banda de música, que rindió los honores de ordenanza. Un homenaje demasiado tardío…

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