José Gabriel Barrenechea.
Cubadebate publica una nota para justificar la detención de Hamlet Lavastida Cordoví por la Seguridad del Estado, y su encierro en el cuartel general de dicha institución, Villa Marista.
Según Cubadebate, que no hace más que reproducir lo publicado antes por sitios digitales del Departamento de Seguridad del Estado, los crímenes de Hamlet Lavastida son los siguientes:
1. Incitar y convocar de manera reiterada a la realización de acciones de desobediencia civil en la vía pública, utilizando para ello las redes sociales y la influencia sobre otros elementos contrarrevolucionarios. Entre las actividades se encuentran la ejecución de protestas, tomar las calles y realizar acciones semejantes a las que han ocurrido en Europa del Este (léase por sobre todo Bielorrusia), con intención provocativa.
2. Orientar a otros contrarrevolucionarios a que crearan una organización de carácter político para enfrentarla a las instituciones del estado. Esa organización utilizaría como pretexto un supuesto clima de ingobernabilidad para demandar la dimisión del gobierno.
Lo primero es observar que en Cuba crear una organización política nueva necesariamente lleva a enfrentarse al estado, por la naturaleza autocrática de ese estado que le impide aceptar la existencia de organizaciones políticas que no estén bajo su completo control. Por tanto, el crimen de Lavastida se reduce a proponer la creación de una nueva organización política: que esta necesariamente nazca enfrentada a las instituciones del estado no es culpa de ella, sino del estado y sus instituciones, que no aceptan ninguna, incluso las que invocan la neutralidad hacia él.
Lo segundo es que Lavastida no ha incitado a ninguna guerra civil, ni al asalto de instituciones estatales, o a atacar a funcionarios suyos, como bien reconoce la nota oficiosa. Solo ha pedido que se use por los que pensamos como él lo que es un derecho: el derecho a la protesta pública y a la desobediencia civil.
Lo tercero, que mal anda un país, y pobre es el apoyo de quienes gobiernan, si estos creen que tales acciones convocadas por un grupo de artistas e intelectuales puedan crear un clima de ingobernabilidad. Peor, muy poca es la legitimidad de quienes gobiernan, por demás con mano de hierro, y ojos y oídos en todas partes, si creen que una organización política semejante puede llegar a proponerse realistamente demandar su dimisión mediante la promoción de un clima de ingobernabilidad.
A Hamlet Lavastida se lo juzga por un régimen autocrático, por lo que solo es delito en un régimen autocrático. El proceso contra Hamlet Lavastida, llevado adelante por una policía política, según acusaciones y procedimientos autocráticos, solo deja clara la verdadera esencia autocrática del régimen que ahora encabeza el señor Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.