Gran Sataueño Francisco González Padrón

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A don Francisco, al gran canario de Santa Brígida, profesor Morales Padrón, le debo todo y cada uno de mis afanes por tratar de conocer las cosas que acontecieron cuando tres carabelas se dieron a la mar oceana navegando.

En un asunto donde hubieron días, como bien anota como testigo de vista en su crónica el sevillano Francisco de Ariño, “que por la puente de Triana durante seis días no cesaron de pasar carretadas de oro y plata, aumentando los tesoros más grandes que nunca los ojos vieron”, no era, ni sigue siendo, algo que no despierte el interés de grupos, para izar banderías de ser los protagonistas de unos eventos, que junto al fuerte componente económico, conllevaba el poder intrínseco que proporciona el dinero.

En España, a los españoles, durante muchos años, hasta que no apareció el “padre del Americanismo” personificado en la figura del riojano de Ábalos, don Martín Fernández de Navarrete, a ningún nivel, salvo el distorsionador de ciertos conventos, nadie se acordó ni, probable, se erigió monumento alguno a don Cristóbal Colón, hasta la conmemoración del IV Centenario del viaje atlántico realizado por las tres carabelas.

Historiadores franceses y españoles, muy posteriores a los “apaños” frailunos clericales para servir al papa, o el de servir a los “príncipes”, establecieron anotaciones en cuanto a la duración de los viajes atribuidos a Colón. Y, por encima de la desfachatez de una crónica que pudo ser clara, limpia, y concisa, todo, o la mayoría de lo que afecta a Colón, hubieron muchos años de silencio total español; de apaño clerical y principesco, hasta llegar al IV Centenario, para que todo no huela a “Un lugar de la mar de cuyo nombre no quiero acordarme”.

Según tratadistas expertos, la duración de los trayectos en el viaje de ida desde las Canarias a las Antillas, oscilaba entre los treinta, y los treinta y tres días. Y para retornar desde La Habana a Sanlúcar de Barrameda, entre sesenta y siete y cien, eran los días de mar necesarios de marear para completar la distancia entre ambos lugares.

Don Cristóbal Colón empleo treinta y tres días  desde Canarias hasta la primera isla antillana, en el anotado como viaje primero explorador. Y en el considerado como segundo viaje, hizo el mismo trayecto; pero ya en menor tiempo, empleando en el mismo, veintinueve días.

En su cuarto viaje, la crónica anota que empleo veintiún días para navegar desde Las Palmas hasta la Martinica. Y resulta que en toda la historia de las navegaciones de la llamada Carrera de Indias, el tiempo empleado en el recorrido que denominaremos colombino,  nunca fue rebajado. Y sólo ocurrió en cuatro ocasiones ser igualado con buques bien pertrechados y amanirados.

En el primer viaje que para Castilla cruzó la mar oceana, en su viaje de vuelta, el tiempo empleado fue entre setenta y cinco y ochenta y siete días.

Antonio de Torres, siguiendo, según, las indicaciones colombinas, navegó desde Santo domingo a Cádiz en treinta y cinco días.

Y no deja de tener su gracia histórica que los tiempos empleados en crónicas que vieron la luz de la publicación corriendo años del siglo XIX, nadie, ninguna nave ni navegante haya conseguido superar los tiempos que se adjudican a la propiedad marinera náutica de don Cristóbal Colón.

Con diarios de navegación a la vista con obligatoriedad guardarlos y archivarlos, hubiésemos salido antes de dudas. Pero gracias a demasiadas ausencias documentales que no sabemos dónde puedan estar ocultas, todo goza de un color no natural, muy repintado.

Salud y Felicidad Juan Eladio Palmis.

  1. MAR DE LA YEGUAS
    Eran curas en el barco,
    volvían como sus
    antepasados
    a navegar
    por el Mar de las Yeguas,
    mares de Las Canarias.
    Todos decían lo mismo:
    malos del pecho,
    a sanar en el archipiélago.
    Qué si mi niño, que sí:
    garañones:
    alanos puros
    mezclados con africanos,
    castigados
    de bragueta,
    que viajaban a Canarias
    en el barco de gratis,
    en aquellos tiempos
    del régimen franquista
    castigados,
    como muy poco
    por tres o cuatro
    preñados.

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