¿Gloria Álvarez es progre? ¡Menuda sorpresa!

La politóloga guatemalteca Gloria Álvarez saltó a la palestra hace años por su condena de los populismos en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud. A partir de ahí, raro fue el medio de habla hispana que no se hizo eco de su labia y ahí se introdujo en el mundo de la fama.

Según se desprendía de sus palabras, Gloria Álvarez parecía ser liberal. Muchas veces, este término viene mal traducido del inglés (como «free trade» por «libre comercio» y tantas otras); pues en el mundo anglosajón, «liberal» es sinónimo de «progresista»; y en el siglo XIX, en el mundo hispano, mal imitando el modelo anglosajón, comenzamos a hablar de «liberales» (izquierda) y «conservadores» (derecha), hasta que llegaron otras ideologías ya en el siglo XX y entonces el artificioso mapa partidista se hizo todavía más confuso; siendo que aunque parezca que esto dura hasta hoy, empero, la realidad nos está abofeteando irónicamente frente a las ideologías; y más aún, frente a las ideologías malamente exportadas y originarias de contextos que ni nos van ni nos vienen.

Pues bien, por si fuera poco el embrollo de doscientos años de soledad que tenemos en lo alto, ahora vienen, dentro de los liberales o de los conservadores o qué se yo, una corriente llamada «libertaria»; apelativo que antes servía para los anarquistas, pero ahora parece que se va a la derecha… O a la izquierda… ¿Anarquismo político y economía liberal? O Reitero: Qué se yo. Al fin y al cabo, no es más que otro discurso sin práctica que mezcla churras con merinas, como toda visión ideológica que se precie. Y los autodenominados «libertarios» se permiten el lujo de pelearse entre ellos por ver quién es más «libertario». Esto pasa en todos los ambientes sectarios habidos y por haber. Y así, Gloria Álvarez se postula como una de las defensoras de la pureza libertaria. Del discurso de aquel Parlamento Iberoamericano de la Juventud cierto sector de la derecha económica/política la quiso hacer famosa, y ahora parece que les sale rana; porque Gloria Álvarez, quien dice no ser feminista porque cree en el individuo y no en la colectivización; sin embargo sí que colectiviza a los homosexuales apoyando el estatalista «orgullo gay»; como también quiere colectivizar el aborto; o como también dice que en el auténtico liberalismo el monopolio no es posible… Será por la United Fruit Company o tantos otros… O será que es que para ver ese paraíso en la tierra liberal tendremos que esperar otros dos siglos…

¿No nos recuerda todo esto al discurso comunista? ¿En qué se escuda, sino, un dizque defensor de la hoz y el martillo cuando se le echan a la cara los crímenes y atrocidades de su ideología?

Y para que nada falte, resulta que Gloria Álvarez también es teóloga, pues para cargar contra conceptos como la «redistribución de la riqueza» o «culpa», culpa-valga la redundancia- al catolicismo como uno de los males del mundo hispano; un clásico: Los hispanos no valemos ni para comerciar ni para trabajar porque somos católicos, mientras que los pueblos angloprotestantes, por definición, son exitosos. Curioso es, con todo, que desde el radicalismo protestante a la teología de la liberación haya coincidencias sustanciosas en su discurso; al fin y al cabo, los primeros son los máximos beneficiarios de los segundos.

Y encima, para criticar «El libro negro de la nueva izquierda» de los ensayistas argentinos Nicolás Márquez y Agustín Laje, los tilda de «neonazis» y quisiera prohibir la palabra «sodomita»… ¿A qué recuerda esto de descalificar gratuitamente y cambiar/prohibir palabras?

En fin: Resulta que ahora hay quien descubre que Gloria Álvarez es progre. ¡Menuda sorpresa! ¡Qué vista de linces tienen!

Si al final todos estos rollos se parecen entre sí. Si concretamos en Álvarez, percibimos el mismo discurso de un progre pero con «libre mercado». Porque como se traduce «libre comercio» cuando se ve «free trade», además, el mercado es una «abstracción divina» que se regula sola. La misma «abstracción divina» que la dictadura del proletariado. Al fin y al cabo el progre no es más que una caricatura inmersa en todas las vueltas de tuerca del post/neomarxismo, filosofía que quedó como «única y válida» ante los ojos de la «cultura» moderna, sembrada en el entorno del liberalismo.

No hay que darle muchas vueltas a esto. Es uno de tantos autismos intelectuales que no sirven para nada. Dejemos de escuchar cantos de sirena y vayamos a lo nuestro, que ante el siglo XXI, el hispanismo nos demanda, y necesitamos energías para una reconstrucción jurídica, política y económica; y no perder el tiempo con quien no lo merece.

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