Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917 en el Museo Reina Sofía

Madrid, 15 de noviembre de 2022.

Querida Ofelia,

La exposición Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917 explora, a través de siete salas, los antecedentes históricos de la fotografía documental entre las revoluciones comprendidas entre 1848 y 1917. Aunque el nacimiento del documental como género artístico propiamente dicho sea un producto de la década de 1920, el comisario de la muestra, Jorge Ribalta, indica que “retrospectivamente, se puede afirmar que la función documental es tan antigua como la fotografía misma”.

De hecho, a lo largo del siglo XIX la fotografía, fue utilizada extensamente por la burguesía -y de ello se ha ocupado acusadamente la historia de la fotografía- pero también es cierto que propició un vasto campo de imágenes fotográficas con una vocación temprana de reportaje o documentación.

La investigación desarrollada en esta exposición cierra un ciclo iniciado en el Museo Reina Sofía en 2010, con la muestra sobre el movimiento de la fotografía obrera del periodo de entreguerras Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 y continuado en 2015 con Aún no. Sobre la reinvención del documental y la crítica de la modernidad, que abordó la reinvención del documental en los años setenta. Posteriormente, en 2018, la retrospectiva Marc Pataut. Primeras tentativas, sobre su trabajo realizado en la región parisina en la década de 1990 durante el surgimiento del movimiento altermundialista, fue un breve epílogo a este ciclo que, en su conjunto, ha buscado ofrecer un relato alternativo de la configuración y evolución del discurso documental en la historia de la fotografía, a partir del estudio de casos en momentos decisivos del siglo XX.

La muestra reúne más de 500 obras -entre fotos de todo tipo, álbumes, publicaciones y daguerrotipos- con temáticas relacionadas, entre otros aspectos, con las clases proletarias, las reformas urbanísticas de la época, las revueltas populares o los proyectos de denuncia social surgidos en el periodo que abarca la exposición. Muchas de ellas proceden de importantes museos e instituciones internacionales.

En las diferentes secciones del recorrido se exhiben imágenes de individuos en actitudes corrientes, sin la aspiración conmemorativa de la alta retratística burguesa. Son representaciones de tipos populares, de clases proletarias urbanas o de trabajadores en sus puestos: los personajes andaluces de Robert P. Napper, los callejeros del París de Charles Nègre, la serie de pescadores de Newhaven de Adamson y Hill, o las fotografías de mineros de George Bretz y de la multitud de obreros del Canal de Isabel II, en vistas tomadas por Charles Clifford.

 Las ciudades y las grandes reformas urbanísticas del momento fueron captadas también por la fotografía naciente. La exposición incluye, por ejemplo, las tomas que, de Viena, hizo Ferdinand Ritter von Staudenheim; el París de Charles Marville; las obras de la Via Laietana de Barcelona, etc.

Otra de las grandes cuestiones que la cámara fotográfica se ocupó de registrar fueron los eventos de reforma y revuelta. Fue así en 1848, momento revolucionario del que subsisten algunos daguerrotipos; y más adelante durante la Comuna de París de 1871, en la Semana Trágica de 1909 en Barcelona o en las revoluciones rusas de 1905 y 1917.

Genealogías documentales atiende igualmente a los usos más directamente instrumentales de la fotografía: por una parte, el proyecto de denuncia social de Lewis Hine en contra del trabajo infantil, en la década de 1910; por otro, las fotografías empleadas con pretensión de descripción supuestamente objetiva en las disciplinas de la antropología y la criminología, así como en el diagnóstico médico. Se presentan, entre otros, los trabajos criminológicos de Alphonse Bertillon, la fotografía asociada a las teorías clínicas del doctor J.M. Charcot, y obras etnográficas como las de Bronisław Malinowski.

La imagen del pueblo

La exposición inicia su recorrido mostrando la vida cotidiana de la clase trabajadora para atestiguar que ya desde la década de 1840 la fotografía documental era algo latente. Ejemplo de ello son el limpiabotas captado en una de las primeras placas de Louis Daguerre (1838, Boulevard du Temple de París) o las fotografías tempranas de Henry Fox Talbot con escenas de trabajadores de la construcción o de carpinteros.

También pueden verse aquí imágenes de la primera revolución que ha quedado registrada fotográficamente, la de 1848, cuando el proletariado adquirió conciencia de clase y comenzaron las luchas políticas obreras. Los materiales fotográficos que se conservan de los episodios revolucionarios de 1848 son extremadamente escasos, unos pocos daguerrotipos y calotipos de las barricadas de París, o de eventos y retratos de significación política en Londres.

La segunda sala de la exposición se ocupa de la década de 1850, cuando las campañas de los monumentos nacionales, como la Misión Heliográfica en Francia, constituyen uno de los impulsos emblemáticos del ascenso de la fotografía. También es el momento de la revolución tecnológica en el campo de la fotografía, con la combinación de negativo al colodión y positivado a la albúmina, que dio paso a la multiplicidad fotográfica. Así, la primera hornada de álbumes de la historia de la edición fotográfica permitió la aparición y circulación de la fotografía en la esfera pública.

En este espacio, el visitante puede contemplar, como ejemplo, los trabajos de Charles Clifford. Su seguimiento de los viajes de la reina Isabel II en España en forma de álbum y sus recorridos por la geografía monumental española, constituyen el primer repertorio organizado que articula un discurso fotográfico sobre el concepto de la nación. En contraposición a la idea burguesa de nación que alentaba estas campañas y álbumes sobre el patrimonio histórico y artístico aparecen, sin embargo, ciertas figuras de alteridad en la periferia de los monumentos: los criados en los palacios, los gitanos en la Alhambra, los pequeños oficios y escenas de trabajo, mendigos y otros personajes. Junto a ellos se muestra el que es, posiblemente, el primer corpus representativo de la clase trabajadora en la historia de la fotografía: el estudio de la comunidad de pescadores en Newhaven, Escocia, un gran conjunto de calotipos realizados por David Octavius Hill y Robert Adamson hacia 1845, así como las fotografías, en la década de 1850, de Charles Nègre en París o de John Thomson en el Londres de la década de 1870, publicadas después en el libro Street Life in London.

A continuación, la exposición se centra en la reorganización de los centros urbanos en la era de la industrialización, que constituyó otro impulso más para la fotografía. Aquí puede verse el seguimiento realizado por Charles Marville de la reforma de Haussmann en París, que también incluía imágenes de trabajos de construcción y de obreros. En contraste, el periodista sensacionalista Jacob Riis fotografió en el Nueva York de la década de 1880 la infravivienda obrera y su entorno del Lower East Side, y publicó el libro fundacional How The Other Half Lives. A su vez, en 1904, Hermann Drawe fotografió a los pobres y vagabundos en Viena, mientras que Eugène Atget en París, Heinrich Zille en Berlín o Ferdinand Ritter von Staudenheim, también en Viena, retrataron las periferias urbanas del cambio de siglo y sus habitantes empobrecidos.

El obrero industrial

La cuarta sala de la muestra se detiene en la publicidad fotográfica de la nueva producción industrial y las obras de ingeniería e infraestructura de la época. Las grandes exposiciones universales, que acompañaron la industrialización, como la de Londres de 1851 fue, en este sentido, un antes y un después. En España nuevamente Clifford documentó obras públicas, como la del Canal de Isabel II de Madrid, inaugurado en 1858.

Es en este contexto donde aparecieron las primeras imágenes del trabajo en la fábrica y del obrero industrial. Los estudios de trabajadores con maquinaria en la fábrica metalúrgica Krupp de Essen, realizados en 1890, son posiblemente las primeras imágenes fotográficas de este tipo, y sientan las bases de la más influyente iconografía del trabajo industrial para el siglo XX.

La exposición también da cuenta de que las grandes infraestructuras no sólo se sirvieron de obreros industriales, sino también de reclusos como los empleados en las construcciones ferroviarias de Estados Unidos en la época de la Guerra Civil o en la colonia penitenciaria rusa en la isla de Sajalín.

Las imágenes de las prospecciones mineras en Estados Unidos después de la Guerra Civil realizadas por Timothy O’Sullivan con tecnología de iluminación artificial innovadora, y los trabajos de otros autores como George Bretz, testimonian también un mundo que en verdad no era tan “ideal”. Precisamente la fotografía al servicio de la exploración geológica en el Oeste americano, además de contribuir al discurso de la construcción nacional, también ilustró su faceta como instrumento para la explotación de los recursos naturales de los territorios y sirvió para mostrar el encuentro entre los colonizadores y los nativos americanos, lo que abrió paso de forma incipiente a la fotografía antropológica, que en Estados Unidos daría pie a una extensa documentación de las diferentes tribus indias en la última década del siglo XIX.

En esta línea aparece el gran catálogo enciclopédico sobre las razas humanas del alemán Carl Dammann, que se empezó a publicar por entregas en 1874, el trabajo emprendido por el historiador del arte Aby Warburg en la región de los indios hopi en 1895, o el desarrollado por el antropólogo Bronisław Malinoswski en las islas Trobriand hacia 1910, que marcaría la mayoría de edad del uso de la fotografía en el trabajo de campo. Una secuencia de estas fotografías se publicaría más tarde, en 1922, en un libro clave para la etnografía moderna, Argonautas del Pacífico occidental.

Ámbitos médico y judicial

En las últimas décadas del siglo XIX la fotografía también se utilizó en los ámbitos médico y judicial como se puede comprobar en esta área de la muestra. La Guerra Civil americana produjo un notable corpus de fotografía anatómica y diversos catálogos de heridos y amputados, así como de fallecidos. En Europa, y aunque ya Nadar había realizado algunos ensayos fotográficos en el campo de la medicina relacionados con el hermafroditismo hacia 1860, el uso de la fotografía en la experimentación médica tiene en el neurólogo Jean-Martin Charcot a su gran pionero, con su atención a la supuesta histeria femenina y otras patologías neuropsiquiátricas en el hospital parisino de la Salpêtrière, a partir de la década de 1870. Sus publicaciones ilustradas de la década siguiente tuvieron una enorme influencia en la neurología moderna. Estas prácticas son simultáneas del comienzo del uso policial y judicial de la fotografía y de la estandarización de los métodos modernos de identificación fotográfica, a partir de la actividad de Alphonse Bertillon en Francia, o Francis Galton en Inglaterra.

El itinerario de la exposición se cierra con la revolución de nuevo como protagonista, aunque en este caso con la Comuna de París de 1871, primer experimento de autogobierno popular y mítico en la cultura del movimiento obrero que generó un gran corpus fotográfico y que sería ejemplo iconográfico para las revoluciones rusas de 1905 y de 1917, en donde también aparecen por primera vez las masas movilizadas, o en la Semana Trágica barcelonesa de 1909. En el umbral del nacimiento de la fototipia con la postal impresa como vehículo privilegiado de circulación desde la década de 1890 – de la que se muestran numerosos ejemplos- y la prensa ilustrada fotográficamente en la época del cambio de siglo, estas imágenes marcarán el nacimiento de la fotografía de actualidad y del sensacionalismo mediático.

Finalmente, y a raíz de los estallidos revolucionarios y la organización del movimiento obrero a lo largo del siglo XIX, llegaron ciertos avances en derechos sociales y nuevas políticas públicas encaminadas a la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora y su integración en un incipiente estado social que queda reflejada en el trabajo pionero de Lewis Hine y de su discípulo Paul Strand, de quienes se muestran diversas obras.

Publicación

Con motivo de la exposición se ha editado una publicación que consta de un «álbum» de imágenes del proyecto curatorial del comisario Jorge Ribalta (algunas de ellas de obras expuestas en la muestra) y una selección de textos del propio Ribalta y de los autores Duncan Forbes, Lewis W. Hine, Anne de Mondenard, Inés Plasencia, Michael Ponstingl, Bernardo Riego, Stephanie Schwartz, Allan Sekula, Maren Stange y Petra Trnková, que investigan y reflexionan sobre las diversas temáticas abordadas en ella.

FECHAS: 16 de noviembre de 2022 – 27 de febrero de 2022

 LUGAR: Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini, 3ª planta

ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía COMISARIADO: Jorge Ribalta

COORDINACIÓN: Nieves Sánchez y Beatriz Velázquez

Con gran cariño desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

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