Experiencia pasada sí, experiencia pasada no

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-Por Andrés Alburquerque


Los seres humanos nos comportamos como eternos párvulos. En especial cuando se trata de debatir: si es que eso aún existe hoy en nuestro mundo. Y en términos de debate cada campo de persuasión político filosófico lleva su cuota de defectos. Hoy estamos en una situación en la que la izquierda: por definirla de alguna manera, hace bullying desfachatado e incluso sabotea cónclaves internacionales dizque serios mientras la derecha en su mayoría muestra displicencia, apatía y una seudo superioridad que da miedo. No siempre fue así; antes del predominio de la izquierda en el mundo de la academia, la prensa y la cultura existió el de la derecha y, con igual prepotencia y abuso, se suprimieron voces y se abusó del poder. Esto es necesario puntualizarlo porque la derecha; por llamarla de alguna manera, a menudo soslaya detalles históricos en su intento de proponerse como la víctima de esta izquierda opresiva e inclemente. En cualquier situación en la que reine el predominio desproporcionado de una tendencia sobre otra existirá el bullying; la represión y el abuso verbal e incluso físico. Ninguna de las dos persuasiones ha sido capaz de garantizar la incolumidad de la otra y no niego que por momentos me invade la duda sobre lo genuino de la contraposición; ¿no será  todo un macabro teatro? O al menos; ¿no habrá jugadores que ayuden al equipo contrario?

En este áspero y encarnizado debate me interesa señalar cómo nos comportamos los seres humanos más allá de la postura que adoptemos. Existen desde siempre unos patrones que TODOS seguimos sin excepción y a la base de los cuales radica el factor común mediante el cual vamos acumulando experiencia (entiéndase experiencia no como la destreza para realizar una función sino como memorias grabadas a nivel de nuestra corteza prefrontal y nuestro hipocampo) dicha experiencia se me antoja como un enorme archivo donde se graba con mayor o menor nitidez; según las características de cada individuo y el impacto de los eventos, todo aquello que acontece a nuestro alrededor.

Toda esa experiencia que va desde hábitos motores como caminar; reflejo de comunicación como el lenguaje y el grupo de acciones, percepciones, pensamientos y reacciones que van formando nuestra “persona” es en última instancia lo que domina nuestras proyecciones en el plano estrictamente personal; pero además y, sin la menor duda, en el plano social dado que en su evolución la raza humana desarrolló como ninguna otra especie conocida, la interacción, la vinculación y la interdependencia entre los semejantes. Pero por muy relacionados que estemos cada núcleo social acumula una experiencia y cada individuo dentro de dicho núcleo también difiere en mayor o menor grado de sus semejantes más próximos. Es innegable que el primer impulso de cada ser humano es asociar cualquier fenómeno con su experiencia pasada; sin percatarse de ello; cuando se enfrenta a determinada situación, el individuo hurga en ese “archivo” que mencionaba antes para comprender a cuál fenómeno anterior puede igualar el que tiene delante. Para los amamantes de las películas policiacas; digamos que hacemos lo mismo que la computadora cuando tiene las huellas de alguien y busca en los registros a ver si encuentra otra idéntica y así saber de quién son. Eso ocurre CONTINUAMENTE en nuestra mente y siempre nos comportamos de acuerdo a este sistema de comparación; pero en la medida en que vivimos vamos aumentando el volumen de nuestro archivo con nuevo “material” y qué sucede cuando un fenómeno inédito se nos planta delante con los brazos en jarra?; ah; stress, sin duda; como diaria Rain Man: “oh oh!!!” y utilizo un ejemplo  muy conocido para ilustrar mi planteamiento; si recordamos la película del mismo titulo protagonizada magistralmente por Dustin Hoffman, la misma nos coloca ante un autista bastante suave; hay millones de autistas que ni siquiera pueden hablar; pero ciñámonos a este; todo lo que respondía a su rutina diaria era asimilado y realizado en modo impecable; cuando la rutina se rompía o lo que ocurría era nuevo el hombre entraba en crisis. Eso mismo nos ocurre a nosotros; solo que no lo sufrimos en modo exacerbado ni caemos en “corto circuito”. Cuando agotamos el archivo y no encontramos algo idéntico automáticamente efectúanos una ulterior búsqueda para encontrar algo que sin ser idéntico revista características parecidas y de no encontrarlo eso que para Rain Man era una crisis para nosotros es; en lenguaje de Albertico y Esperanza, un stress con swing y empezamos a barajar salidas improvisadas; si; y que me perdonen mi descripción y terminología neófita los especialistas, pero cada fenómeno nuevo implica una crisis y un stress que generalmente va resuelto en segundos y es a mi juicio lo que trasluce  para quien nos observa en esos segundos de vacilación y/o duda en los que nos movemos semi erráticos y no derrochamos la gracia y la destreza habitual. Esto nos ocurre decenas de veces en un mismo día y es el modo en que continuamos almacenando experiencia en el archivo hasta que nos llega el ocaso.

Toda esta baba seudo científica disparada por un emérito ignorante del tema, como de tantos otros por desgracia, para desmontar la falacia esgrimida por ambos bandos cuando se tira de los cabellos alguna experiencia anterior para compararla a la actual; y me explico: a derecha decimos que lo que nos amenaza desde la izquierda es comunismo, es un amasijo de credos, todos nocivos, que tratan de minar nuestra civilización y como para santificar nuestra sentencia terminamos con un: “mira Cuba”, o un “mira Venezuela”. Estamos haciendo exactamente lo que hace todo individuo; extraer lo más parecido o lo idéntico a lo que tenemos delante y pronosticar un resultado y por ello nuestra reacción es de enérgico rechazo. Nosotros estamos seguros de tener razón; enarbolamos nuestra verdad; ah, pero entonces allá va el otro bando y nos califica de oscurantistas; de estar aparcados en los sesenta y de estar locos. En muchas ocasiones he planteado que el experimento kafkiano en Cuba ha provocado un daño antropológico porque ha llegado mucho más lejos del plano de conducta para convertirse en reflejo. Bueno pues me viran el argumento y me dicen que comparar lo que ocurre aquí hoy con lo de Cuba o Venezuela es causado por ese daño antropológico que yo menciono; estamos cegados a derechas; nos hemos contagiado con Rain Man. Y bueno, esto puede ser un argumento; no está escrito en ningún sitio que las asociaciones y comparaciones sean siempre correctas y que nuestras reacciones sean las apropiadas.

Ah; pero no he terminado; esto se complica más aún: después de montarme un tremendo acto de repudio porque según ellos soy un cavernícola cuya ideología ciega mi análisis a que no saben con cuál se me apea la izquierda ? Como dirían mis amigos dominicanos: “¡¡¡dique Hitler!!!; ¡¡que el rubio es lo mismo que Adolfito!!”. Si señores, como mismo se los digo “¡¡¡dique Hitler; dique Castro!!!, ¡¡¡anda er diaaaaaaablo!!!” Después de todo lo que me han dicho se me aparecen con una comparación IDÉNTICA a la que yo hecho sólo que en sentido contrario.  Y me toca reconocer con tristeza que muchos a derecha caen en la trampa de tildarles de locos y todo lo demás. Yo acato y respeto el procedimiento cognitivo que nos ha permitido llegar hasta aquí a pesar de ellos. Es tan licito que yo compare la actual situación con la cubana del 59 o la de Venezuela de los 90 como que mis enemigos ideológicos comparen a Trump con Hitler o con Castro o con King Kong si así lo prefieren; es parte del mecanismo sano y normal de pensamiento y análisis. Yo no les remeto un acto de repudio ni les califico de tarados ni de cavernícolas. De hecho; yo no meto la mano en la candela por nadie!!!; los rasgos de la personalidad del señor presidente son harto conocidos y cualquier analogía en ese sentido es válida. Mi análisis, empero, deriva hacia el real escenario en que estamos y con las variables de nuestro sistema social y los derechos de que gozamos; a pesar de la izquierda en muchos casos y gracias a ella en algunos, el actual presidente más allá de algún embarazo o de alguna molestia ante determinado enfoque o epíteto que utilice, no compromete mi libertad; y mucho más importante, no compromete en lo esencial la continuidad de nuestro modo de vida; pero ese es mi análisis y ellos no tienen que coincidir con el mismo. Para dirimir nuestras diferencias están las elecciones.

Lo anterior sirva para demostrar una vez más la inconsistencia y la falta de coherencia del discurso izquierdista y por desgracia en cierta medida lo incoherente del nuestro. Lo que a nosotros nos califica de cavernícolas a ellos les ilumina; ellos pueden echar mano a los argumentos que para nosotros están vedados. Mis correligionarios no deben albergar el más mínimo temor a continuar utilizando el método que distingue a los humanos del resto de reino. La experiencia acumulada debe necesariamente continuar siendo el parámetro básico de todo análisis aunque es evidente que no logrará jamás dar todas las respuestas. De hecho; una persona racional primero busca en su archivo y luego trata de improvisar respuestas, la izquierda irresponsable nos propone quemar el archivo y vivir improvisando en la certeza de que los cuatro trasnochados que se plantean como líderes nos conducirán a la verdad; “the piper will lead us to reason”.

La vida es como conducir; no se puede vivir fosilizado en el pasado porque esto nos impide vivir el presente y garantizar el futuro; nadie puede conducir observando solamente los espejos retrovisores. Pero la constante búsqueda en el archivo de nuestras experiencias ayuda a pronosticar y evitar catástrofes; los autos llevan TRES espejos retrovisores; no uno; no dos: llevan TRES; mientras conducimos dedicamos una tercera parte del trayecto a lanzar oportunas ojeadas a estos espejos; de hecho; antes de cada maniobra consultamos los retrovisores. La izquierda nos propone arrancar los retrovisores y convertir nuestro coches en bombas rodantes. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

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