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España (y Portugal) ante África

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No son los mejores tiempos para nuestra España. Vivimos una época de crisis política y económica. Muchos pensarían que aquella crisis de 2008 estaba llegando a su fin, pero el 2019 nos despierta con la realidad de la deuda y la recesión. Y al otro lado del Estrecho de Gibraltar, siempre que se huele que España está en horas bajas, se envalentonan e intentan crecer a nuestra costa. No es algo que venga de ahora, en verdad. Desde que en el siglo pasado se creara el estado de Marruecos (bajo la atenta tutela de Francia y Estados Unidos, entre otros), se fue descaradamente contra España. El nuevo estado norteafricano se agenció el territorio de Sidi Ifni luego de una guerra que permaneció ocultada para buena parte del pueblo español. Asimismo, España cometió el terrible error no sólo de coquetear –que por supuesto- sino hasta de financiar bajo cuerda a los terroristas del llamado “Ejército de Liberación Marroquí”. Francia venía haciendo la puñeta desde hacía mucho, pero desde luego, aquello de apoyar al ELM no fue la mejor decisión; porque ese mismo ELM se revolvió contra España y apoyó el asesinato de españoles en el Sáhara, que era el otro paso que iba a dar Marruecos. En 1975, estando moribundo Franco, Marruecos organiza la Marcha Verde (entre otras cosas, prometiendo tierras a prostitutas y mendigos a los que engañaron) y la primera decisión de Juan Carlos, el que luego fuera jefe del estado, fue retirarse sin más, mientras que Marruecos y Mauritania se repartieron aquellas tierras que, “casualmente”, eran ricas en fosfatos y al final acabarían bajo la bota marroquí.

A día de hoy, tirios y troyanos podrán pensar que todo esto ya no nos concierne, porque, total, el colonialismo se acabó y la política exterior es muy compleja en todo caso. Sin embargo, esto es desconocer quién manda en África –empezando por Francia- así como el papel del hombre ibérico ante este continente; papel milenario que todavía se conserva en Ceuta y Melilla, ciudades tan españolas como Madrid. Como decía Walter Schubart en “Europa y el alma del Oriente” (1), si algo tienen en común países tan lejanos como España y Rusia es su papel de tierra de frontera y su fuerte religiosidad por mor de esa visión de inmensidad. Nuestro interés político, nuestra cultura y nuestra espiritualidad nos sitúan en una amplia encrucijada. Lo que significa Siberia para Rusia significa el norte de África para nosotros, como no deja de significar nuestra América. Ello fue muy bien entendido por Ángel Ganivet en su Idearium Español, proponiendo la creación de institutos políticos/culturales de cara a estos dos horizontes ya en el siglo XIX.

Siguiendo la ruta de las mentes preclaras, nos vamos con Tomás García Figueras en Marruecos (la acción de España en el norte de África)(2): «El emperador Otón, en prueba de estimación a la provincia de la Hispania Ulterior que él había mandado, y con el fin de que aumentara su comercio y la extensión de su gobierno, en el año 69 d.C. agregó la provincia imperial de la Mauritania Tingitana (que ocupaba dicha orilla sur hasta el río Malva o Muluya, y tenía su capital en Tingis-Tánger) a la provincia Bética y al convento jurídico de Cádiz (aunque posteriormente tuvo convento jurídico propio) llamándola Hispania Transfretana (o que está más allá del Estrecho o fretum). Más tarde, el emperador Vespasiano dividió la Hispania Ulterior en dos provincias: la Lusitania y la Betica, quedando la España transfretana unida a esta última. Bajo Adriano (117-138), Hispania se dividió en las siguientes provincias: Tarraconensis, Carthaginensis, Gallaecia, Lusitania, Baetica y Mauritania Tingitana. La Tingitania entonces tuvo su gobernador propio, que residía en Tánger y también recibió jurisdicción al crearse el Convento de Tánger. El emperador Caracalla rebautizó esa provincia como Nova Hispania Ulterior Tingitana. Posteriormente, con la reforma administrativa del Imperio que lleva a cabo Diocleciano (284-305) se reorganizó el Imperio creando las llamadas diócesis.Una de ellas fue precisamente Hispania cuya capital, parece que estaba en Córdoba. En el 297 la diócesis de Hispania comprendía las seis provincias antes referidas».

Bajo el poder visigótico, la frontera hispánica no era el Estrecho de Gibraltar, sino el Atlas. Y eso lo sabían los bizantinos y así lo desarrollaron en su afán de reconquista imperial romana. Cuando las tropas de Tarik Ben Ziyad atravesaron el Estrecho para vencer por desgracia en Guadalete, lo hicieron por tierra hispana. La historia es al revés de cómo la cuenta el sistema: Esa tierra era hispana y cristiana antes que llegara el islam, el mismo que ha intentado borrar todo este pasado y que, de hecho, nos quiso borrar hasta el nombre, llamándonos Al Andalus cuando ya éramos Hispania/Spania. Nuestra relación con África era buena y estrecha antes de que llegara la media luna de Mahoma, que se encargó de enfrentarnos y dividirnos.

Portugueses, aragoneses y castellanos, ya en el siglo XIV, habían comprendido que la finalización de la Reconquista no era Tarifa, que había que seguir en África, la que consideraban tierra hispana, y por eso no cejaron en su empeño. El descubrimiento de América y la inserción en una política europea compleja distraerían acaso en demasía nuestra natural política hacia África, quedando como asignatura pendiente; si bien hasta el siglo XVIII, España pudo mantener soberanía sobre importantes plazas, para volver a retomarlo en el siglo XIX, pero ya muy desmejorado y cercado de enemigos. España aún cuenta con su territorialidad con las nombradas ciudades de Ceuta y Melilla, así como las islas Chafarinas, el islote Perejil y los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera. Ni la isla de Alborán ni las Islas Canarias han pertenecido a este entorno, y por eso, todavía menos Marruecos tiene derecho de reclamar nada. Pero la tiranía alauita olfatea que España está débil y se lanza, y encima no halla respuesta, ni intelectual ni política.

Por más hundidos que nos veamos, tenemos que despertar. No podemos tolerar esto. España tiene que activar su política transfretana. Ya dejó dicho Isabel la Católica en su testamento (3): “Ruego e mando a la dicha prinçesa, mi hija, e al dicho prínçipe, su marido, que como católicos prínçipes tengan mucho cuidado de las cosas de la honrra de Dios e de su sancta fe, selando(sic) e procurando la guarda e defensión e enxalçamiento della, pues por ella somos obligados a poner las personas e vidas e lo que touiéremos, cada que fuere menester, e que sean muy obedientes a los mandamientos de la santa madre iglesia e protectores e defensores della, como son obligados, e que no çesen de la conquista de África e de pugnar por la fe contra los ynfieles, e que sienpre fauorezcan mucho las cosas de la Sancta Ynquisición contra la herética prauidad, e que guarden e manden e fagan guardar a las iglesias e monasterios e prelados e maestres e Órdenes e hidalgos, e a todas las çibdades e villas e lugares de los dichos mis reynos, todos sus preuillegios e franquezas e merçedes e libertades e fueros e buenos vsos e buenas costunbres que tienen de los reyes passados e de nos, segund que mejor e más cumplidamente les fueron guardados en los tienpos pasados fasta aquí.”

Asimismo, el insigne pensador Juan Vázquez de Mella dejó dicho en sus Dogmas Nacionales:«… Y ved, que el Estrecho de Gibraltar es el punto central del planeta, que allí está escrito todo nuestro Derecho Internacional; parece que Dios, previendo la ceguedad de nuestros estadistas y políticos parlamentarios, se lo ha querido poner delante de los ojos para que supiesen bien cuál era nuestra política internacional. Es el punto central del planeta: Une cuatro continentes; une y relaciona el continente africano con el continente europeo; es el centro por donde pasa la gran corriente asiática y donde viene a comunicarse con las naciones mediterráneas toda la gran corriente mediterránea; es más grande y más importante que el Skagerrak y el Kattegat, que el gran Belt y el pequeño Belt, que al fin no dan paso más que a un mar interior, helado la mitad del tiempo; es más importante que el canal de la Mancha, que no impide la navegación por el Atlántico y el Mar del Norte; es muy superior a Suez, que no es más que una filtración del Mediterráneo, que un barco atravesado con su cargamento puede cerrar, y que los Dardanelos, que, si se abrieran a la comunicación, no llevarían más que a un mar interior; y no tiene comparación con el canal de Panamá, que corta un continente. Dios nos ha dado la llave del mar latino. La geología, la geografía, la topografía, las olas mismas del Estrecho chocando en el acantilado de la costa nos están diciendo todos los días: Aquí tenéis la puerta del Mediterráneo, y la llave; aquí está vuestra grandeza…

…La autonomía geográfica de España exige el dominio del Estrecho, la federación con Portugal, y, como punto avanzado de Europa, y por haber civilizado y engrandecido y sublimado a América, esa red espiritual tendida entre aquel continente nuevo y el viejo continente europeo….»

Difícilmente se puede explicar mejor no ya nuestro artículo, sino lo que ha de ser nuestro más claro propósito político en nuestra breve, pero clara capacidad. Así lo entendió también el portugués António Sardinha, quien dedica su libro Alianza Peninsular: “A la memoria de aquellos soldados españoles que, regando con su sangre anónima las peñas de Marruecos, supieron dar vida, en un siglo sin esperanza, a toda la grandeza histórica de Portugal”.

Acaso el Protectorado fue un leve sueño, pero no dejó de ser un ejemplo práctico, con sus luces y sus sombras. El pasado, pasado está y no vuelve; pero si seguimos sin trazar o reinventar una geopolítica –de acuerdo con Portugal- sobre el otro lado del Estrecho, no harán sino comernos el terreno. Porque en Ceuta y Melilla todavía están los pilares de nuestra África, esto es, nuestra seguridad, nuestra justicia, nuestra necesidad. No en vano los británicos lo han entendido muy bien, por eso mismo siguen ocupando Gibraltar, y por eso han llegado a amenazar en varias ocasiones a Azores y Madeira –y Canarias-, como ayudaron a desmembrar el África Portuguesa desde la Primera Guerra Mundial. Porque el Peñón de Gibraltar, aparte de monos, contrabando, usura, basura y narcotráfico; supone tener un puente clave en el punto más estratégico del mundo y así mejor devorar nuestra economía e integridad.

Hace poco escribíamos que la mal llamada descolonización de África sólo aplicó para España y Portugal (4); porque, de hecho, Francia sigue manteniendo un colonialismo descarado; y eso por no hablar de las colonias de Francia en Oceanía; o de las colonias británicas, holandesas o estadounidenses. Se apresuraron y aseguraron para expulsar a España y Portugal de África y eso fue por algo; y esas consecuencias las vivimos a diario. Por ello, debemos estar alerta y formarnos hasta que podamos actuar; porque ya está bien de bajadas de pantalones, complejos de inferioridad e inconsciencia; máxime cuando los tiempos duros no es que estén a la vuelta de la esquina, sino que ya son realidades contantes y sonantes.

NOTAS:

(1)Sobre Walter Schubart:

http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.com/2014/02/mis-lecturas-europa-y-el-alma-del.html

(2) Fuente:

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=10422

(3) Sobre el testamento de Isabel la Católica: 

http://es.wikisource.org/wiki/Testamento_de_Isabel_la_Cat%C3%B3lica

http://www.delsolmedina.com/TestamentoTexto-11.htm

(4)Véase:

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