España siempre pierde

Hay una inmensa mayoría de españoles sumergidos de lleno en el mundo del futbol, su ciencia adorada y lo mucho que da para agarrar el rábano por las hojas y olvidar otros asuntos, que aunque todo el mundo sabe que son muy necesarios para la vida gregaria, están encarados y dirigidos por unos políticos tan desagradables, tan gilipollas, que echan tanto olor, que ya casi nadie se arrima a ellos, salvo su entorno de comensales que fuera de su entorno no tienen capacidad para ganarse la vida si no es a base de subvención.

Probablemente los españoles, en general, no vuelvan, no volvamos, a acudir al mundo de la política a sentirla, hasta que no se llegue a una situación extrema como la que aconteció en los años treinta del siglo pasado, que las graves punirías de todo tipo obligaron a las gentes, en teoría menos formados como ciudadanos que actualmente, a darle una patada en el trasero a gobernantes, reyes, terratenientes, caciques y monseñores, e iniciar unos tiempos republicanos que pusieron al descubierto la capacidad de la gente para administrar su propio destino. Y simplemente por eso, porque quedó al descubierto que el pueblo gobierna y distribuye mejor que las sectas, todo el basurero mundial se puso en marcha para asesinar un viento nuevo y viejo que inició un soplo sin contaminación en España.

No existe, caso del derroche constante económico español, desde la fecha de hoy hasta el próximo mes de septiembre, razón alguna, salvo el reparto no de ideología, que en teoría será el mismo, sino de bienes económicos entre los distintos partidos políticos españoles, para que en septiembre, se pueda investir un presidente, que, pese a lo que difunden los medios de comunicación, una parte muy importante, demasiada importante de la gente española, lo desconocen totalmente, porque no les interesa, el nombre del presidente del gobierno español actual o pasado.

Del mismo modo que ya son muchos los que a la voz calladita pregunta a gente vieja como un servidor que quién fue Franco, y si realmente mató a muchos españoles; porque, eso sí, los españoles seremos una calamidad a la hora de que nos califiquen nuestros conocimientos políticos, especialmente a todo el amplio grupo que se mueve en el entorno del “cafelito y la rosarito”; pero en España, si eres pillo y te desentiendes de los dichos insultantes de los comemieldas de los políticos de ahora, y te alcanzan los euros, aunque sea raspeando hasta final de mes, y cuando chute el delantero de tu equipo tú estés chutando con él, es probable que se viva mejor que en cualquier país europeo o de otro continente.

Pero claro, como España es siempre la que pierde, al final no se puede seguir perdiendo siempre y que vayan quedando cosas. Simplemente la pillería política reciente, de darles vacaciones pagadas ¡y qué pagos! a todo el elenco que se exhibe en las Cámaras, cuando no hay gobierno y probablemente no lo haya pronto, está indicando dos cosas:

La primera que ellos mismos, nuestros diputados, saben que por debajo de ellos (ellos se consideran que viven en un escalón superior a nosotros) solo existe un pueblo controlado, que entre funcionarios a dedo o con paripé de examen y sus familiares que esperan que todo siga igual para hacer monarquía, entre la ola que gira en el entorno de los palos secos, sus cordones, agrupaciones, trajes y barrigueos, junto a la compra anticipada de billetes para el viaje sin vuelta, con garantía total de un buen sillón, más los que tienen atontolinados las teles, y los que han hecho del futbol, con toda necesidad sicológica, razón de su existir, los diputados se pueden ir de vacaciones sin cumplir con sus obligaciones y, cuando se abra la legislatura, cerrar este periodo provisional con la gran partida de gastos gastados, que es la que los une en un destino en lo universal a todos ellos.

España, con una deuda imposible de devolver en manos de fondos buitres que pueden hacer con ella lo que quieran respecto a la voluntad de los políticos. España, con un desinterés generalizado en mucho de su pueblo, cansado de escuchar gilipolleces, no barrunta bien, aunque no haya, de momento, ninguna virgen llorando, mientras reciba su pensión.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

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