España y las Américas, laicas

Sin la sangradora y, en muchas ocasiones y países, letal influencia de la religión en las gentes de la calle y en sus impuestos y trabajos, el mundo que llamamos como hispanoamericano, en lo referente al confort y calidad de vida, se vería multiplicado por mucho.
No se conoce ni se sabe de localidad o pueblo de los denominados iberoparlantes que hayan y sigan sufriendo en sus carnes la mala influencia, la chupadera social económica que significa el clero y la religión, que por fuera de cuatro ñoñerías, y mandamientos jodedores para que impere la risa y la alegría, estén visitables para cualquier viajero como ejemplo a seguir de convivencia humana.
Empezando por el costo absurdo, por el derroche innecesario, de las llamadas casas de oración, hechas, construidas a la pura fuerza en todas y cada una de las localidades, y terminando porque todo empieza y acaba en el cura, el progreso, la tecnología redentora, la calidad de vida siempre ha emigrado de lugares así, que por desgracia son nuestros santos lugares, y en ellos, por el contrario, se enseñorean las pupas y los rencores de una sociedades primarias, en extremo obedientes a los amos que es el fin primordial de la religión, porque todo lo demás del parcelario celestial, hasta ellos mismos se lo toman, en su intimidad de secta, de guasa.
España está podrida de injerencia católica vaticana en todas y cada una de sus expresiones diarias, que una sociedad como anestesiada ni ve ni quiere ver, porque el que nace y vive sin referencias, no tiene capacidad de discernir y escoger lo que es mejor para él y para los suyos.
La sociedad, las gentes, que cuando nos organizamos para pasar la vida lo mejor posible, en modo alguno en el origen de partida queremos tener a nuestro alrededor gente que no coopere en lo positivo, y, que se sepa, no se conoce de expresión religiosa alguna que ayude en lo positivo a la felicidad de las comunidades, los clérigos, en vez de darnos una taza de caldo de infelicidad todos los días, nos largan una tinaja ardiendo para que pasemos nuestras jornadas.
Poco a poco partiendo de aquellos países y grupos humanos que haciendo un esfuerzo sobrehumano han conseguido mejorar sus condiciones de vida y su ordenamiento jurídico dejando de lado a las religiones, y que pasan entonces en donde tienen que estar, que es en la privacidad particular de cada cual; pero nunca viviendo a cuenta y costo de todas las gentes, el próximo día nueve de diciembre, se reserva para conmemorar y publicitar que los pasos para una sociedad laica ya están dados y se están dando para que el monstruo social, la empresa multinacional más materialista y acaparadora del planeta, vaya perdiendo porcentajes de influencia social, porque el mundo ya no puede aguantar más tanta mentira interesada.
España está minada por las sectas religiosas que la recorren en todos y cada uno de los aspectos donde ven posibilidad de mamar recursos. Las Américas, al igual que España, sufren, rodeadas de ricos recursos, de una pobreza y miseria de brutalidad, a la que la solución o el remedio que le aportan los clanes religiosos es que la gente rece, se ponga de rodillas, o cante canciones de esperanza, mientras que los dos sistemas, el yanqui de las multinacionales y el más poderoso todavía que ellos, el clero vaticano, se acuesta cada noche con los deberes hechos de destripar y asolar a gentes en costumbre de diario y acaparar por acaparar.
Nadie se puede oponer al principio de libertad que un individuo piense que por el mero hecho de nacer encuadrado dentro del género humano, sea un animal de vida infinita y exista por el amén de los siglos (algo que contradice el propio nacimiento); pero esa privacidad de sentir y pensar no puede pretender que todo el mundo la comparta, y que encima estemos todos trabajando a la jornada y tarea que su silbato nos imponga, por regla general por las malas, supuesto que todo aquel que no tiene capacidad de discernir porque le faltan referencias porque se las roban, cae al completo en el grupo de los que todo le viene impuesto a cojón de mico.
Para que despierten las Américas, para que despierten las España del hechizo y la tremenda hipoteca del catolicismo vaticano, solo se necesitaría que se vayan cambiando un puñado de ñoñerías como consecuencia de un mayor índice cultural de las gentes, y lo que ahora se publicita de lo elegante que queda socialmente mandar a los colegios religiosos a los niños para que, con demasiado frecuencia para lo que sería una excepción, le toque el culito a nuestros niños y niñas, simplemente porque la educación y la formación académica debe de ser en su totalidad laica, y a nadie se le puede impedir que fuera de horas vaya a recibir catequesis.
Pero no al contrario, que es lo que ocurre ahora.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

Salir de la versión móvil