Con excepción del aceite de oliva, que España produce en calidad y cantidad, todo, absolutamente todas las demás exportaciones que realiza en cantidad, es a base de materias primas que tiene que comprar en el extranjero; y, aquí, en el territorio español, empresas multinacionales de fuera, obtienen unos beneficios tremendos a base de una mano de obra española de esclavos.
Y, precisamente, en virtud de esa esclavitud jornalera, España recibe la bendición apostólica del capitalismo-cristiano, que la protege del mal del socialismo con pelo y rabo, carente de toda iniciativa personal o colectiva, porque los aviones, o la tecnología rusa o china desarrollada, han tenido que ir terceras generaciones de empresarios capitalistas a desarrollarlas.
Porque es por todos conocido que en el mundo capitalista-religioso, se suele dar la simpática casualidad, hecha un hecho más que abundante, que la tercera generación del empresariado capitalista o se gasta lo heredado en juergas, juego o mujeres, y como dicen los inteligentes, el resto lo malgasta en el negocio familiar.
España es uno de los mayores importadores de acero del mundo, y por eso y gracias a una mano de obra muy mal pagada y cada vez peor, puede exportar y ser uno de los mayores países fabricando y exportando piezas de automóviles, y automóviles enteros; y, para vestir sus tapicerías se las trae los textiles de China, Bangladesh, Turquía, Marruecos, o Portugal.
Y en tal exportación de materias primas que no tenemos, el bocado del león se lo llevan las firmas comerciales extranjeras, que están muy atentas que sus intereses en España ni se despeinen.
El petróleo refinado y los fármacos, también forman parte del milagro laboral tutelado y dirigido desde empresas de fuera, porque da la casualidad que España, los españoles hemos llegado a un punto de docilidad laboral perfectamente emparejada con los que vienen en las pateras, cuyos billetes y cuotas de transporte, previamente está pagada por el citado capitalismo-religioso, que no se puede quedar sin los modernos esclavos.
Una ensalada comercial tan absurda, tiene que estar aderezada por unas pantallas de televisión, con una misión diaria de desinformar y adoctrinar en tiempos imbéciles y de pura tontería, porque las verdades del barquero no pueden indicarse, porque, de otro lado, en España nos han crecido las cataratas ópticas, y se ve solamente aquello que nos dejan o nos indican que hay que ver.
El beato sistema español, goza de una gran experiencia, capaz de no publicitar o cambiar relatos como el que algunos “conquistadores” enviaron desde Las Indias; y, si por un casual algún franco tirador lo publicitaba, lo hacían pasar por loco mentiroso; y, asunto concluido, en el caso más favorable.
Si alguien dijo y testó que:”… á causa de haber yo sido mucha parte en el descubrimiento y conquista y población de estos reinos, cuando los quitamos á los que eran incas que los poseían y regían como suyos, y los pusimos debajo de la real corona, que entienda su Majestad católica que hallamos estos reinos de tal manera que en todos ellos no había un ladrón, ni hombre vicioso, ni holgazán, ni había mujer adúltera ni mala, ni se permitía entre ellos, ni gente mala vivía en lo moral y que los hombres tenían sus ocupaciones honestas y provechosas. Y que las tierras y montes y minas y pastos y caza y maderas y todo género de aprovechamientos estaba gobernado y repartido de suerte que cada uno conocía y tenía su hacienda, sin que otro ninguno se la ocupase ni tomase, ni sobre ello había pleitos…”
Verdades así molestan en una España al servicio de la mentira. Y cuando se escucha a los políticos españoles y sus “asesores”, que la exportación de lo que no se tiene y hay que comprarlo, es el mejor futuro económico y social para ir al cielo económico, dan ganas de llorar.
Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis.