Siempre ha interesado al resto de las potencias hegemónicas del momento, incluida Roma, la división de la Península Ibérica
Cuanto más fragmentado está el adversario, menos enemigo es. Pero lo meritorio no es que lo consiguieran sin apenas esfuerzo, sino que españoles y portugueses hayamos escrito en nuestro código genético, individual y social, con letras de diamante, que es más digna de amar y defender una patria chica que la patria grande.
De todos los restos de naufragios de los grandes imperios en los últimos siglos, los de España y Portugal son los más deteriorados, el mayor de todos los motivos: la división.
Después de un largo calvario, mayor el de España, el salvavidas de la Unión Europea nos dio un respiro momentáneo que está a punto de expirar. Europa está pasando de una manera acelerada de la dádiva a la corresponsabilidad más exigente.
A los problemas de la globalización se agregan los originados por los cambios tecnológicos de la cuarta revolución industrial, que convertirán en súbditos de por vida a ciudadanos y países que se queden atrás.
Es posible que sea la necesidad el factor principal que está moviendo tanto en Portugal como en España las conciencias para analizar los problemas comunes y buscar soluciones comunes, pero, en definitiva, ¿no es la necesidad la que ha hecho posible la evolución humana?
Partido Ibérico (íber)