Entrevista al conde de Bobadilla sobre la abolición de los títulos franquistas

Luego de algunas conversaciones con el conde de Bobadilla, alma mater de la revista «Numen», tenemos el placer de ofrecerles una entrevista.

Según nuestro entrevistado, «en “Numen. Revista de excelencia” somos un medio católico, monárquico y tradicional que pretende recuperar lo mejor del mundo antiguo en el mundo nuevo. También tenemos una fuerte impronta nobiliaria y aristocratizante -en su sentido griego-, pues entendemos que la crisis de valores actual radica en la pérdida de referentes y, consecuentemente también de referentes sociales: aquella nobleza y élites tradicionales análogas que definía Plinio Corrêa de Oliveira, a las que sumamos las personas que, sin esa procedencia, destacan por el mérito y esfuerzo personal. Nobleza, élites análogas, e individualidades, que forman nuestro concepto de la excelencia que nos da nombre.

Nuestra línea editorial se basa en la defensa y promoción de los valores propios del humanismo y la caballería cristiana, aquellos que conformaron e hicieron grande nuestra civilización, defendiendo a la persona siempre, desde su concepción hasta su muerte natural. También defendemos a la familia, que es ese marco primero en el que esta persona aprende a amar y a relacionarse, y en donde tiene que formarse como tal, sin intromisiones ideológicas de un Estado que pretenda arrogarse la posición de los padres. Por último defendemos a la Nación, pues, lo mismo que la sociedad es la abstracción de la familia, la abstracción de la familia es la Nación. Por eso, España es tan importante para nosotros, como también lo es Europa, la Europa que respeta nuestras esencia y en la que, al mismo tiempo, encontramos identidad; y, ¡cómo no América!, pues ni España puede entenderse sin América ni América sin España.  Y esa Nación, España, no es una nación cualquiera, como si dieran igual su procedencia y su destino. España es una monarquía que encuentra en el Rey expresados su origen, su evolución, y su proyección política e histórica. El Rey es el símbolo de su unidad y permanencia, y este el motivo por el que los separatismos siempre encuentran en la Monarquía un obstáculo a batir, y nosotros un valor a defender.

Eso es lo que somos, ahora toca decir lo que combatimos. En Numen combatimos los ataques de las doctrinas materialistas, el relativismo, el marxismo político y cultural, el feminismo radical, la ideología de género y el NWO.»

Con todo, pasamos a entrevistar al conde de Bobadilla sobre la polémica suscitada luego de que al PSOE se le haya ocurrido abolir los títulos originarios de la época de Franco.

– ¿Qué opina de la reciente proposición de ley que ha presentado el PSOE para abolir los Títulos franquistas?

El Conde de Bobadilla Que es un nuevo fuego de artificio de Sánchez para ocultar su falta de gestión.

– ¿Puede desarrollarlo?

El Conde de Bobadilla. Cuando un Presidente del Gobierno es trabajador y serio se le nota enseguida: está volcado y comprometido con su gestión; establece una serie de objetivos, a cuya consecución focaliza su tiempo y energías, sin distraerse en perseguir chorradas que no conducen a ninguna parte. Es por ello lógico que, al final de su mandato, un buen presidente habrá alcanzado una buena parte de los objetivos que se había propuesto.

Por el contrario existe otro tipo de Presidentes, que, conscientes de su propia mediocridad y de que suponen un engaño en sí mismos, sólo pueden aspirar a falsear la realidad, para dar impresión de que fijaron su nombre en la historia del país haciendo algo de utilidad. A este último grupo pertenecen Zapatero y su aprendiz Sánchez.

Sobre el engaño que supone nuestro presidente del desgobierno, sólo cabe recordar que nació de una estafa: de una moción de censura, apoyada por todos los enemigos de España, con la que fulminó a un Gobierno para no dar lugar a otro estable. Y así estamos tras más de un año perdido y unas nuevas elecciones: con un Gobierno que mendiga que le dejen gobernar con menos representación parlamentaria de la que tenía el gobierno al que sacaron de la Moncloa.

Para el buen entendedor, queda claro que Sánchez es el producto político de un engaño a la sociedad española.

Con respecto a la gestión de Sánchez, ¿qué decir del presidente con menos calidad democrática de la democracia española, con una acusada tendencia al autoritarismo, expresada en su abuso de gobernar por medio de decretazos? Su labor ha sido más ideológica que otra cosa: dar respuesta y cobertura a todas las ideologías y supersticiones de la izquierda, tales como la memoria histórica, el feminismo radical, o la ideología de género; regándolos de medidas y subvenciones para que las asociaciones que los gestionan le sirvan de apoyo en la conquista de la calle. Para ello tampoco ha dudado en asaltar la televisión pública a lo chavista, haciendo en ella una auténtica purga y convirtiendo el telediario en el noticiario oficialista de todas sus obsesiones políticas.

En esta disyuntiva se han visto Zapatero y Sánchez; una de dos: o ser recordados por su falta de gestión, o bien como unos adalides de la libertad y la democracia. Libertad y democracia que no están siendo comprometidas por Franco desde la tumba, sino que son los propios líderes socialistas quienes lo hacen día a día -especialmente desde el gobierno de Zapatero-. Pérez Reverte lo retrató perfectamente en una recientísima entrevista concedida a ABC: “Nunca hemos sido menos libres. Yo viví los 70, aún bajo el franquismo, y fuera de la política, la libertad era absoluta. Ahora vivimos entre montones de inquisiciones. Y este puritanismo espantoso. Nunca he sentido mi libertad personal tan amenazada como en los últimos 10 años”. Dicho sea que estas críticas las hago de la caricatura a la que Zapatero y Sánchez han reducido al socialismo, los socialistas históricos, como González, Guerra o Leguina, bastante que han criticado las ocurrencias zapateriles y sanchiles.

Y a esta serie de recursos de distracción de prestidigitador, por no decir de trilero con su bolita, es a lo que obedece el sacar ahora el proyecto de abolir los títulos nobiliarios franquistas y todo lo que tenga que ver con una “ampliación de la Memoria Histórica”. Así, mientras dure la polémica, nos tendrán con la mente ocupada en eso, o en otras cuestiones ideológicas como esta, en vez de analizar la gestión de Sánchez, o en cómo despilfarra el dinero público en dar varias veces la vuelta al mundo en viajes oficiales, o en usar los aviones y helicópteros del Estado para ir de concierto o a la boda de su cuñado.

-¿Qué opinión le merece la Ley de la Memoria Histórica?

El Conde de Bobadilla. Cuando se aprobó esta infame ley, no tardé ni un segundo en publicar un artículo en ABC denunciándola y, desgraciadamente, todo lo que en él expuse como aviso a navegantes se ha venido cumpliendo escrupulosamente, y seguramente siga haciéndolo si no lo evitamos. Comentaba entonces, que esta ley no era sino un torpedo a la línea de flotación de nuestra Monarquía parlamentaria, pues desplazaba el “cimiento espiritual del Estado”, es decir, su legitimidad, de la Transición a la II República, lo cual no deja de suponer un verdadero Golpe de Estado. Con ello pasamos de la reconciliación de todos los españoles, ese gran abrazo simbólico que nos dimos en la Transición, a reabrir las heridas de las dos Españas. Y todo con tal de darle la vuelta a la tortilla y ganar una guerra que perdieron hace más de 80 años, ejerciendo así un revanchismo fruto de la más burda falsificación histórica. De esta forma, consiguen de un plumazo cambiar los hechos históricos estableciendo una nueva narrativa. En  virtud de esta, ya no se trata de que  Don Juan Carlos I, una vez recibido el poder de mano de Franco como sucesor a Título de Rey, capitanease  la Transición que nos condujo a la democracia; sino que la legitimidad de nuestro Estado democrático radica en la II República, de la que los socialistas son sus herederos. Como si nuestra democracia tuviera mucho que ver con la de la devaluada y quimérica II República.

Lo cual es un absoluto disparate, pues la democracia actual no hubiera sido posible sin los presupuestos sociales, económicos, y aún políticos, que se desarrollaron en el franquismo; y sin la ardua labor desempeñada durante la Transición por el Rey, los políticos de diverso signo y el pueblo español. Pensar lo contrario es, simplemente, no conocer la historia, ni sus protagonistas, ni sus procesos, y a ello obedece la Ley de la Memoria histórica. Porque la peor forma de conocer la Historia no es desconocerla sino conocerla mal, intencionadamente mal…

La Ley de la Memoria Histórica busca ir sentando las bases para el advenimiento de una III República como continuidad “democrática” de su idealizada II República, a la que están constantemente lavando la cara. Y lo intentan conseguir a base de hacer ésta deseable por un lado, mientras que por el otro condenan el franquismo y fulminan la Monarquía parlamentaria. Este es el juego sucio del Golpe de Estado que supone la Ley de la Memoria Histórica. A las izquierdas siempre se les ha dado bien jugar a largo plazo.

Como siempre hablan quienes más tiene que callar, pronto olvidan Zapatero y Sánchez que, tras varios intentos de Golpe de Estado socialistas perpetrados contra la Monarquía parlamentaria de Don Alfonso XIII, la II República nace fruto de unas elecciones fraudulentas, que encima perdieron, y que no eran más que unas elecciones municipales, no sobre modelo de Estado. Tras la dejación de sus prerrogativas regias por parte de D. Alfonso XIII, que no quiso manchar la Corona de sangre ante un espectáculo que seguramente se viese venir, y a menos de un mes de la llegada de los republicanos al poder, ya se había dado lugar a la quema de conventos con la anunciada pasividad del Gobierno ante ello. Ello supuso el pistoletazo de salida a la persecución de los monárquicos, así como a uno de los mayores genocidios religiosos de la Historia de la Humanidad: el practicado contra los católicos.

Por otra parte, el amor de Zapatero o de Sánchez por la Memoria Histórica de la Guerra Civil es oportunista. Entre otras cosas por lo mucho que tuvieron que ver las izquierdas en general, y el partido socialista en particular, en liquidarla. El amor que profesaban los socialistas a la República no era mayor que el de un virus al cuerpo que le cobija, ni su objetivo era distinto: el de irle progresivamente dando muerte mientras iban haciéndose con el poder, pues no era la democracia de la República lo que buscaban, sino la dictadura del proletariado a la que les conduciría a la revolución. Hubo mucha más democracia, y muchas más libertades civiles y políticas, durante el reinado de Alfonso XIII que durante la II República. Una república que conoció día sí y día también, las limitaciones arbitrarias de derechos y libertades a discreción gubernativa, en aplicación de la represiva Ley para la defensa de la República; y que llegó a ver decretados hasta 62 veces los estados de alarma, excepción o guerra en sus escasos años de vida.

¿En qué medida entiende que las izquierdas se apoderaron de la República?

El Conde de Bobadilla. La dinámica de la II República estuvo impuesta por las izquierdas: si perdían las elecciones no pasaba nada, simplemente montaban una revolución y trataban de imponer una república socialista, como en Asturias; o bien falsificaban los resultados con un pucherazo en toda regla, como con la victoria del Frente Popular en el 36. Y, si les estorbaba la oposición parlamentaria, tampoco pasaba nada, desde el propio Congreso se amenazaba a los líderes conservadores que más molestasen, que ya se encargarían policías de la Guardia de Asalto de intentar sacarlos por la noche de sus casas para detenerlos ilegalmente y darles un tiro en la nuca.

 Lo intentaron, en una especie de “Noche de los cuchillos largos” con Gil-Robles, líder de la oposición, y con Antonio Goicoechea, líder de Renovación Española, y no lo consiguieron por no encontrarse ninguno en su casa. Desgraciadamente sí lo lograron con Calvo Sotelo…

A eso había quedado reducida la idílica II República: a que los cuerpos policiales ejecutaran por la noche las amenazas de muerte que los diputados socialistas y comunistas vertían por el día.

Este asesinato socialista es la gota que colma el vaso, el casus belli que inclinaría a los militares indecisos a apoyar a Mola en el alzamiento. Franco, que hasta entonces se había negado a sumarse, lo hace en ese momento, pues entiende que, tras este asesinato político, ya nada se puede hacer por la República toda vez que los socialistas y los comunistas la habían carcomido desde dentro, haciéndola inviable. Las opciones eran dos: o consentían la revolución y convertir con ello a España en un soviet; o procuraban alzarse con las armas y evitarlo.  No había punto intermedio, ni tampoco remedio: la Guerra Civil había comenzado.

-Entonces, usted entiende que lo que las izquierdas no le perdonan a Franco no es acabar con ninguna democracia sino frustrarles su revolución.

El Conde de Bobadilla. Cierto. Como acabamos de ver, Franco y los demás generales alzados, al abortar el inminente estallido de la Revolución adelantándose con el alzamiento, liquidan todos los esfuerzos con los que los socialistas y comunistas intentaban alcanzar dicha revolución desde tiempos de Alfonso XIII, tratando de aniquilar o violentar todo lo que se le interpusiera en su camino, ya fuera la monarquía en un primer término, o la propia II República. Ya lo dijo alguien tan poco sospechoso como Azaña: «Franco no se sublevó contra la república, sino contra la chusma que se había apoderado de la república». Y eso explica la auténtica obsesión de Zapatero y Sánchez con Franco. Si Sánchez dedicase la mitad de sus esfuerzos a preocuparse por los problemas de España que lo que ha dedicado a querer desenterrar a Franco, quitarle el pazo de Meirás a sus nietos, o el Ducado de Franco a Carmen Martínez Bordiu, hubiera protagonizado un Gobierno de primera división.

– ¿Cómo entiende un monárquico convencido como usted la abolición de los títulos franquistas y el Ducado de Franco? ¿Le da igual porque son franquistas y usted monárquico o le molesta?

El Conde de Bobadilla. Todo lo que tiene que ver con los Títulos nobiliarios es competencia del Rey, el Rey los concede como fruto de dichas atribuciones históricas y, como tales, son preexistentes a la Constitución y posteriormente reconocidas en ella. El Rey concede Títulos nobiliarios así como también firma las sucesiones.  Habida cuenta que Don Juan Carlos ha firmado las Cartas de sucesión de títulos concedidos por Franco está claro que los ha validado. Luego querer abolirlos, es una vuelta de tuerca más en la estrategia de deslegitimar la Monarquía y traernos la República.

Por otra parte entiendo que es una intromisión ilegítima e inconstitucional en la esfera de las competencias del Rey. Resulta difícil creer que nadie en el PSOE haya caído en eso, siendo la vice-presidente  del Gobierno jurista constitucionalista…

Con respecto a Sánchez, resulta de interés observar cuales sus obsesiones y cómo las expresa, y no sólo con respecto a Franco… Desde que ha llegado al poder, y siempre que tiene ocasión, se comporta más como si fuera el Presidente de España que como el Presidente del Gobierno de España, que es lo que es. Con él pudimos ver cómo, por primera vez en la Historia Universal, un Presidente del Gobierno pretendía recibir el saludo en el besamanos como si fuese el Rey. Sería una “equivocación”, pero una equivocación muy reveladora… Recientemente, y también de forma insólita, Sánchez se tomó la libertad, de asumir funciones asociadas tradicionalmente a la jefatura del Estado, en la ronda de contactos con líderes políticos que llevó a cabo en La Moncloa. Pero, como no todo van a ser críticas, me gustaría agradecerle a Sánchez que finalmente se presentase a la cita con el Rey en Marivent. Cerca de una hora le hizo esperar a S.M., aunque su record de grosería institucional a la Jefatura del Estado está en la hora y cuarto tarde con la que llegó a una cena en el Palacio Real, con 70 invitados, hace poco más de un año.

Con respeto al Ducado de Franco la obsesión es mayor que con los demás títulos a abolir. Primero aclaremos una cuestión: el Ducado de Franco no es un título franquista, lo otorga don Juan Carlos una vez muerto Franco, a la hija de éste, por aportar el testamento político de Franco, que tanto facilitó la Transición.  Tampoco el Ducado de Calvo Sotelo, por poner otro ejemplo, se concede por méritos que se desarrollasen durante el franquismo, sino por la labor de Calvo Sotelo, vilmente asesinado a manos de los socialistas. Así, cuando abolan esta dignidad nobiliaria, se dará la circunstancia de que lo harán los herederos de los mismos socialistas que lo ejecutaron. Quizá con ello pretendan borrar la memoria, no solamente de su crimen, sino también de la responsabilidad socialista en la Guerra civil.

– ¿Y qué tratamiento han tenido en la revista que usted dirige numendigital.com todas estás temáticas: Memoria Histórica y abolición de los títulos franquistas?

El Conde de Bobadilla. Pues hemos publicado varios artículos denunciando que los Gobiernos de Zapatero y Sánchez hayan centrado su actuación en desvirtuar y pervertir nuestra Historia y nuestra democracia, usando todo tipo de medidas totalitarias para imponernos su verdad y acabar dándonos el timo del tocomocho con la III República. Pérez Reverte tiene toda la razón: “Nunca hemos sido menos libres, ni nuestra libertad personal ha estado tan amenazada como en los últimos 10 años”. Ahora, por medio de esta entrevista en vuestro prestigioso medio, esperamos que más personas puedan reflexionar sobre cómo la imposición de ese oficialismo a toda la ciudadanía, está comprometiendo la calidad de nuestra democracia y nuestra memoria e identidad colectiva, ya lo decía Orwel: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. Y de eso de trata: de control…

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