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El timo (para el contribuyente) de los negocios españoles en Cuba

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La administración norteamericana ha puesto dos hoteles administrados por España en Cuba en lista negra. Hasta el momento no se está claro si los dirigentes de esas empresas globales seguirán entrando y saliendo de Estados Unidos como hasta ahora, o si deberán enfrentar en el futuro demandas por parte de los ciudadanos norteamericanos que fueron expoliados por Castro en 1959. En cualquier caso, lo que sí no parece ser un buen negocio es seguir gastando el dinero del contribuyente español en aquel pozo sin fondo, que es en lo que se ha convertido aquella finca, otrora la provincia más rica de España.
Visto lo visto, el carácter de la visita del presidente español, programada la semana próxima, tendrá un marcado carácter económico, ¿qué significa esto? Pues que se intentará seguir invirtiendo dinero en la isla, sin que se preste atención a la falta de derechos que padecen los cubanos, incluyendo un crecido número de ciudadanos españoles radicados en la isla, a los que el gobierno español debería defender mejor, que no es el caso. Hoy en Cuba viven más españoles en la Rioja, pero a toda la clase política, excepto a VOX, le importa un comino la suerte de aquellos compatriotas que, ni siquiera pueden votar decentemente en las elecciones como es su derecho. Ni saben a derechas donde queda Barcelona.
Varios disidentes, así como organizaciones de derechos humanos, han pedido al presidente Sánchez, que defienda los derechos humanos cuando llegue a La Habana. Pero no hay que esperar ninguna declaración pública en ese sentido, sobre todo cuando hace una semana, el Ministro de Exteriores, defendió en el Senado “los logros de Cuba”, en comparación con el resto de los países de su entorno, negando además que el régimen de La Habana fuera una dictadura.
Aún así Sánchez ha anunciado una “Cumbre empresarial” de alto nivel. Con él viajarán a la isla 300 empresarios que esperan firmar contratos con el régimen, esperando que un próximo presidente demócrata en Estados Unidos acabe con el embargo y los deje en posición de fuerza en medio de una hipotética transición.
Lo que no dice la “portavoza” del gobierno de Sánchez es que La Habana no paga, y que esas inversiones están garantizadas por un seguro a la exportación que pagamos todos los españoles, porque, hay que repetirlo una y otra vez, los Castro no pagan sus deudas. Nunca lo han hecho. España no sólo perdió sus inversiones en Cuba en 1959, aceptando un miserable acuerdo entre F. Castro y F. González, sino que se ha visto obligada a regalarle a La Habana, 3000. millones de euros. 1.500 millones formaban parte de la condonación de una deuda de 8.000 millones contraída por Castro con el Club de París. Los 1.500 millones restantes a deber se convertirán en nuevas inversiones y se acompañarán de una moratoria de casi 20 años.
Es de locos. Pero así funciona el mundo hoy.
La verdad, es que no se le puede reprochar al camarada Sánchez lo que no hizo Rajoy, cuyo gobierno lideró la negociación de la deuda cubana con los europeos, y permitió, además, que el anterior embajador de España, Juan José Buitrago de Benito, apareciera meses atrás, retratado en posición marcial delante del seboruco consagrado al fallecido dictador, en medio de un homenaje realizado a los marinos caídos en combate en Santiago de Cuba en 1898.
Lo peor no es que vaya Sánchez, ni que la Mocloa defienda el viajecito. Sino que la casa real esté también preparando las maletas. Ya el año pasado, cuando se habló del asunto. Zarzuela no tuvo ningún reparo en responderle un twiter a la escritora cubana Zoé Valdés, asegurándole que Felipe VI bien podía ir a la isla cuando le diera la gana, porque ya tres Papas habían saboreado el “melao de caña”, del castrismo y sobrevivido a la experiencia sin que sus piadosas almas ardieran en el infierno.

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