El sombrero de copa
Un gacetillero oficialista del periódico Juventud Rebelde, que hace algunos años, cuando era corresponsal en Venezuela, escribía crónicas fanáticas sobre el desaparecido líder bolivariano, de regreso en Cuba se dedica a “esclarecer”, en densos artículos, sobre el funcionamiento de los mercados agropecuarios y otros temas vinculados con el comercio interno. Es el mismo del artículo sobre el picadillo de pavo y la frazada de piso.
Ahora, calculadora en mano, divaga sobre los precios en los mercados agropecuarios. En un artículo titulado “El sofrito sigue igualito” plantea que “la familia cubana, entre enero y marzo de este año, debió pagar 1.10 pesos más por la libra de ajos y 76 centavos más por la de cebolla, que en igual período del 2014”. Agrega que “por el boniato que antes usted se llevaba por un peso, ahora debió pagar cuatro centavos más”.
Realmente no sé de cuál sombrero de copa ha sacado estos precios, ajenos totalmente a la realidad. En primer lugar, el ajo no se vende a los consumidores en los mercados por libra, sino por cabeza, costando una cabeza pequeña 2, 3 y hasta 4 pesos. La libra de cebolla ha fluctuado entre 15 y 10 pesos y la de boniato se ha elevado hasta 2 y 2,50 pesos.
Acepta algo que es innegable: “se ha mantenido el alza en casi todos los productos agropecuarios”, pero lo achaca “a la baja producción, la existencia de restaurantes y cafeterías particulares, el crecimiento del turismo y la disminución de importaciones, lo que ha hecho que la oferta sea inferior a la demanda, generando el aumento de los precios”.
A continuación “se mete en camisa de once varas”, y desarrolla una extraña tesis “|sobre la imposibilidad de generar un algoritmo para determinar, con cierta certidumbre, la correspondencia entre oferta y demanda, a fin de modelar los precios en el mercado agropecuario”, seguida de otras enrevesadas opiniones, “según mi criterio”, como acostumbra repetir.
“El sofrito sigue igualito” porque el sistema no funciona y es incapaz de resolver el problema de la alimentación del pueblo cubano, como ya está más que demostrado por 56 años de fracasos.
Esto, como es de suponer, no lo dice el gacetillero.
Ahora, calculadora en mano, divaga sobre los precios en los mercados agropecuarios. En un artículo titulado “El sofrito sigue igualito” plantea que “la familia cubana, entre enero y marzo de este año, debió pagar 1.10 pesos más por la libra de ajos y 76 centavos más por la de cebolla, que en igual período del 2014”. Agrega que “por el boniato que antes usted se llevaba por un peso, ahora debió pagar cuatro centavos más”.
Realmente no sé de cuál sombrero de copa ha sacado estos precios, ajenos totalmente a la realidad. En primer lugar, el ajo no se vende a los consumidores en los mercados por libra, sino por cabeza, costando una cabeza pequeña 2, 3 y hasta 4 pesos. La libra de cebolla ha fluctuado entre 15 y 10 pesos y la de boniato se ha elevado hasta 2 y 2,50 pesos.
Acepta algo que es innegable: “se ha mantenido el alza en casi todos los productos agropecuarios”, pero lo achaca “a la baja producción, la existencia de restaurantes y cafeterías particulares, el crecimiento del turismo y la disminución de importaciones, lo que ha hecho que la oferta sea inferior a la demanda, generando el aumento de los precios”.
A continuación “se mete en camisa de once varas”, y desarrolla una extraña tesis “|sobre la imposibilidad de generar un algoritmo para determinar, con cierta certidumbre, la correspondencia entre oferta y demanda, a fin de modelar los precios en el mercado agropecuario”, seguida de otras enrevesadas opiniones, “según mi criterio”, como acostumbra repetir.
“El sofrito sigue igualito” porque el sistema no funciona y es incapaz de resolver el problema de la alimentación del pueblo cubano, como ya está más que demostrado por 56 años de fracasos.
Esto, como es de suponer, no lo dice el gacetillero.