El muerto atrás de Díaz-Canel

Hace algunas semanas escribí en mi twitter que, de tantos eventos desafortunados que habían ocurrido desde la asunción presidencial de Díaz-Canel, cualquiera con una mentalidad supersticiosa podría pensar que el compañero Lage algo tendría que ver. Que quizás por la “madrugá”, cuando se relaja el chequeo sobre su persona, el ex favorito a la sucesión se habría escapado de incógnito hasta Guanabacoa, a que algún conocido palero le preparara un terrible “bilongo” contra el advenedizo. “Trabajo” que tras muy bien “enterrao” en algún lugar inaccesible, sería el responsable último de todos esos aviones, puentes, edificios, señales de televisión o telefonía móvil tan dados a caerse tras el 19 de abril.
La idea no era mía, confieso. Con el añadido de colar a Carlos Lage en el asunto, de mi propia invención, se basaba en lo que par de días antes me había comentado un coterráneo babalao: Que Díaz-Canel tenía un “arrastre” atrás, un “muerto”, y que por ello nada bueno iba a poder hacer en su gestión presidencial. “Esto se va a poner malo, asere, muy malo”.
Habituado a que por aquí todo esté muy malo y ateo como soy, aquella opinión particular me pareció un chiste ante el que difícilmente, y por elemental cortesía, pude contener la carcajada[i].
El problema ha estado, sin embargo, en que las desgracias han seguido ocurriendo con desacostumbrada frecuencia para un país en que por lo general no suele pasar nada. Ahora en la forma de un incendio nacional hospitalario que parece pasar de un hospital al otro, sin que importe mucho el que el colectivo encargado de recoger la tea incendiaria se encuentre a cientos de kilómetros de distancia; o en la de par de bigotudos y gordos GUARDIAS RURALES, que por órdenes de sus amos locales, se la ingeniaron para convertir en todo un escándalo internacional su abuso de poder contra un joven ecologista que quizás sea la única persona que cumple con la Ley en toda la zona protegida en que reside…
Y es que ante lo que a mí me parecía una rara, pero no sobrenatural sucesión de eventos extraordinarios, y al uruguayo Fernando Ravsberg le dio pie para improvisar toda una teoría de la conspiración, al pueblo de a pie de esta Isla surrealista ha parecido inspirarle algo muy distinto: La creencia, que se extiende cada día más, de que el compañero Díaz-Canel tiene “mala sombra”, que está “untao”.
Y de hecho esa extensión no parece ocurrir solo en el sentido horizontal.
En este sentido hasta hace solo unos días había escuchado esa idea, pero siempre en boca de seguidores de alguna de las religiosidades afrocubanas. Por lo menos hasta este sábado, en que sin más me la soltaron varios “evangélicos”, de esos que tienden a usar pantalones con pinzas los hombres y túnicos las mujeres: Para ellos el nuevo gobierno ha sido maldecido por Dios, y estas desafortunadas desgracias de los últimos tres meses no son más que las primeras plagas…
Luego, más o menos lo mismo, solo que con citas diversas de la Biblia, me la han soltado dos jóvenes testigos de Jehová proselitistas, de esos que se te sientan en la sala y solo puedes sacarlos a escobazos, y un señor algo engolado a quien conocí en el Café Literario y que no quiso aclararme su denominación (supongo que bautista).
Aquí, como era de esperar en una religiosidad mucho más estructurada, la idea ha tendido a organizarse mejor y hasta aceptar principios como las de causalidad. Así, si en lo afrocubano no se aclara nunca de dónde es que le viene a Díaz-Canel lo de ese muerto atrás[ii], para los bautistas, los atalayos, y el señor recontra cargante del Café, el origen de la maldición está en su satánico intento de imponernos el matrimonio igualitario en la próxima Constitución.
Debo confesar que a estas alturas, conocedor de la mentalidad de mi gente, lo de la mala sombra de Díaz-Canel ya no me parece un chiste. Veo en la idea una luz al otro lado del río… No se olvide nunca que si Fidel fue Fidel (¡benditos sean Raúl y sus definiciones!), en no poca medida se lo debió a aquellas recordadas palomitas, que tuvieron a bien trepársele en los hombros casi recién llegado a una ciudad tan “brujera” cual lo es La (Ha)Vana: Porque por si alguien no lo sabe, o finge no saberlo aquí, los citados animalitos en el panteón afrocubano están dedicados a Changó. El dios macho, remacho, que le mete el pie a todo el mundo y se la pasa haciendo su santa voluntad con la alegre complacencia de todos los tracatanes a su alrededor.
Al presente, sin embargo, el fenómeno parece funcionar en dirección contraria. De este modo la tendencia a la superstición de Liborio, que legitimó al Caballo, parece ahora serrucharle el piso a su sucesor, alguien sin dudas bastante soso (más que Eduardo El Soso) y abikú a los ojos del cubano típico (pero no solo a los de él).
En fin: ¿Qué serán los santos y los caracoles los que sigan definiendo la Historia de este país…? ¿Será esto una buena noticia, o el aviso de que como Sísifo retomamos en ciclo…?
[i] Aclaro que el reírse de otras opiniones no es un crimen contra la libre opinión, como si lo sería el prohibirles a los merecedores de los ejercicios de mis mandíbulas el no tenerlas; no voy por el mundo evitando que los demás se expresen como les venga en ganas, pero nadie puede obligarme a poner cara de comemierda atento ante todo lo que me parece una estupidez. Si alguien es tan mongo de cohibirse ante las risas de este pobre diablo que hasta de sí mismo suele reírse, no es a mí a quien se debe cuestionar por esa autocensura (de hecho me carcome ahora la tentación de reírme ante la expresión “elevada” que suelo poner cuando escribo cosas tan “profundas”).
[ii]  Aclaro para los muy idiotas del G2 que lo de mezclar a Lage aquí es una jodedera mía, no sea que los muy supersticiosos, mente escueta, la quieran coger con él.

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