El hombre nuevo Hollande

El mandatario socialista francés François Hollande acaba de declarar en la Universidad de La Habana, en referencia al castrismo ilustrado, que compartimos “los mismos movimientos de ideas, las mismas aspiraciones filosóficas. He­mos admirado a los mismos autores y leído los mismos libros…”.
Durante mi última gira por Italia en 2011 promoviendo mi libro Mitos del antiexilio, publicado en ese país en 2007, ocurrió en una conferencia de prensa que un periodista, creo que del Corriere de la Sera, me preguntó sarcástico que si, como yo aseguraba, en Cuba había una tiranía, por qué razón esta contaba con el apoyo entusiasta de los medios de prensa, académicos y culturales, así como del estamento político y religioso, tanto en Europa como en EE.UU.
La respuesta, que hizo titulares, fue la siguiente: Occidente en general no tiene un problema ideológico con el castrismo, tiene a lo sumo un problema de método con el castrismo.
Añadía yo que aunque pareciera paradójico tanto en Europa como en EE.UU, sobre todo el EE.UU obamiano y demócrata en general, no había un rechazo esencial del socialismo y su imaginario encarnado en Fidel y Raúl Castro, que podían diferir, y en algunos casos hasta condenar enérgicamente, la violencia sobre la que llega al poder y se sostiene ese socialismo, pero poco más.
Antes bien, decía, el castrismo no es un fenómeno exógeno al mundo moderno occidental, sino su consecuencia. Sobre todo, una consecuencia del iluminismo y el racionalismo que desemboca en la revolución francesa de 1789.
Así, ese estamento imperante en Occidente al presente puede simpatizar más con Fidel Castro que, digamos, con el senador Kyle McCarter, Ronald Reagan o George W. Bush., aunque como es lógico pueda hacer asquitos ante los miles de fusilados en la isla, los campos de trabajos forzados para homosexuales y el presidio político. Pero eso es sólo el anecdotario que, para ellos, no alcanza a empañar a la gran idea.
Por eso el hombre nuevo castrista es tan bien acogido y se siente tan a sus anchas al salir de la isla y entroncar con su media mitad occidental.
Eso es algo que deberían tener presente, por otro lado, los opositores al castrismo, pues resulta pueril enfrentar un régimen eminentemente ideológico con variaciones aguadas de esa misma ideología, porque lógicamente la versión ideológica original tiene las de ganar sobre sus imitaciones más o menos aguadas o bien intencionadas. Les urge, por tanto, armarse de una ideología de signo absolutamente contrario. Si no estarían repitiendo el error de sus antepasados en esta lucha, aquellos que se enfrentaron a Fidel Castro bajo el sonso argumento de la revolución traicionada y de que ellos, ay, eran los verdaderos revolucionarios y no el infiel Fidel.
Lo dicho por el mandatario socialista francés François Hollande en la Universidad de La Habana viene a apuntalar lo dicho por mí al periodista italiano y a arrojar un poco de luz, el que tenga ojos para ver que vea, sobre la última luna de miel respecto al castrismo, en la que tomados de la mano danzan del presidente Obama al papa Francisco, desde la cámara de comercio de Nueva York hasta el colegio de periodistas de Tombuctú.
Armando de Armas para Neoclubpress

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