El cubano como eterna víctima

Todos los años, como si de algo preceptivo-religioso se tratase, el presidente de turno de los Estados Unidos felicita al pueblo de Cuba por “haberse liberado del colonialismo” en 1898. Da igual si es demócrata o republicano; como digo, es algo que parece de precepto. Y no es coña, es tan real como la vida misma. Pero eso no es algo exclusivo de la cínica narrativa del destino manifiesto estadounidense, puesto que la narrativa nacionalista cubana dice tres cuartos de lo mismo. Y dan igual los hechos. Da igual que desde 1868 e incluso antes, los independentistas nunca fueran mayoría en la isla y que, si Cuba permaneció española, fue por buena parte de apoyo popular, y que si dejó de serlo, fue por una invasión estadounidense perpetrada luego de un atentado de falsa bandera como fue el “Maine”. Eso si no nos ponemos a escarbar en los hechos y vemos la traición de oligarcas y políticos peninsulares conchabados con los Estados Unidos (1), que esa sería otra historia…

Con todo, tampoco se dice que unos Estados Unidos alarmados y temerosos porque Cuba pudiera convertirse en un Haití del siglo XX, en 1902 permitieron la fundación de la República de Cuba y que se restablecieran los lazos con los españoles, siendo que muchos antiguos propietarios pudieron regresar a la isla. Aquello fue acompañado, además, del fomento de la emigración peninsular y canaria, siendo que casi un millón de españoles emigraron a la isla durante la primera mitad del siglo XX.

Sin embargo, en todos aquellos años, Cuba no conseguía su libertad más allá de las distintas asonadas militares.

Y es que resulta que a los pobres cubanos los traiciona y los maltrata todo el mundo.

Porque como dice alguno que otro que anda por los Estados Unidos, todo es culpa de que Cuba fue colonizada por una nación fanática y atrasada como España. Si al menos hubiera sido colonizada por los ingleses… O por los franceses, que dejaron estupendamente Haití y Argelia, al igual que los ingleses dejaron estupendamente Uganda y Egipto. Pero bueno…

Algunos dicen que Batista no era tan malo como lo pintaba la propaganda castrista. Otros dice que Batista sí que era malo, pero que Fidel Castro traicionó los ideales de la Revolución. Y el que más y el que menos, comunista o anticomunista, dice que José Martí fue el más grande de los hombres, a imagen y semejanza de las idolatrías sanmartinianas y bolivarianas. Y a la misma imagen y semejanza, adoran a un Martí de ficción que nada tiene que ver con el Martí real. Ese Martí que supuestamente fue traicionado por España y por Estados Unidos, como si el traidor no fuera él mismo; traidor no ya a nivel político como hijo de españoles; sino traidor en sus mismas relaciones personales. Un personaje muy poco dado al ascetismo o a la fidelidad en ningún sentido… No muy diferente de lo que fue un Bolívar que en Venezuela, hay quien dice que fue el personaje histórico más importante después de Jesucristo…

¿Es que esto es una psicología sana?

¿Es que cuadra por algún lado ir con la querencia constante a “la yuma” (Estados Unidos) y luego quejarse de que los “americanos” siempre traicionan a los cubanos, como Kennedy en Bahía de Cochinos?

Y digo yo, si como se planteó hace años José Ramón Morales QEPD o como se sigue planteando en nuestro tiempo nuestro Ferrán Núñez, ¿no será que el mismo mal está en la independencia, en cómo está fue concebida y cómo y para qué lo fue?

Como dijo Francisco de Quevedo en el siglo XVII:

“..No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”

¿De verdad no nos atrevemos a ver lo que pasa?

¿No nos atrevemos tampoco los españoles a dejar de una vez por toda esa nefasta leyenda rosa liberal sobre el siglo XIX (2) y a analizar las cosas más en su complejo contexto?

Hasta periodistas ajenos a la causa reunificacionista como el peruano Aldo Mariátegui hablan abiertamente de una reunificación de Cuba con España. También se podría hablar del caso de Puerto Rico.

¿O es preferible seguir con el relato y la psicología del cubano como eterna víctima y del español teniendo que pedir no sé cuántos millones de perdones?

Aunque parezca una quimera, la causa reunificacionista es la causa del sentido común; la causa que, con poco, puede cambiar mucho. La mayor bofetada a los separatistas (anti)españoles y el reconocimiento a una Cuba que siempre debió permanecer con España en su circuito insular atlántico.

¡Vamos por el futuro! O sigamos como eternas víctimas, eternos frustrados y eternos confundidos…

NOTAS

(1)No he visto el trabajo de Federico Santaella, pero creo que apunta en buena dirección:

Asimismo, recomiendo “La conquista británica de España” de Cesáreo Jarabo Jordán:

(2)Sobre la leyenda rosa liberal española del siglo XIX:

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