El clero católico, vascos y catalanes, los grandes esclavistas

Cuando en la ciudad europea de Viena en el año de 1.815, en pleno apogeo del denominado Imperio Austriaco, que va a estar 63 años funcionando, hasta el año de 1.867, año arriba o abajo de lo que va a durar la actual Unión Europea que, a pesar de ser el mejor mercado que tiene para sus armas viejas, le viene muy mal a EE.UU. y a Inglaterra su existencia, por si le pisan el rabo, algo muy improbable, en aquella reunión vienesa, aprendieron a bailar el vals los políticos que a la reunión asistieron, porque al margen de eso y garbillar agua, la Trata y la Esclavitud, negocio bendecido por los padres santos, se afianzó aún más de lo que estaba.

Aquel gran negocio que todavía sigue dando sus réditos laborales en muchos territorios donde exista un solo blanco, un cacique, o uno con habito o sotana, que empezó tímidamente pero que de inmediato los ingleses vieron que era un gran negocio; Y, aunque no pudieron apartar de él al poderoso cristianismo en sus distintas sectas y cajones de negocios independientes, pronto encumbró a la especie humana en una de sus mayores hipocresías.

La añorada actualmente Santísima Inquisición por los partidos católicos españoles, en un principio, fue la sociedad, secta, empresa, o cofradía encargada de potenciar, mantener y vigilar, que la esclavitud no decayera porque los esclavos daban y dan mucho juego de todo tipo en la agricultura, la industria, la minería, y los revolcones en los catres o bajo las ceibas gigantes.

Y bajo la protección eclesial, en nuestro espacio geopolítico, como ahora gusta mencionar, para el clero católico receptor económico final del gran negocio de la esclavitud, desde que España y el mal denominado Imperio Español pudo mandar funcionarios y religiosos a las Indias, a las Américas, con permiso de ingleses, holandeses y franceses, en los nuevos territorios, en la pugna constante entre Castilla y Aragón para ser los dueños por mandato divino de América, los vizcaínos y los catalanes, fueron para el clero católico, los ibéricos que mas rentabilidad le propiciaron al clero en el negocio de la esclavitud.

Y si vascos o vizcaínos y catalanes fueron los esclavistas más efectivos para el bendecido negocio de la esclavitud, siguiendo la premisa de que todo el que toca carbón se tizna, las grandes fortunas (para España) de familias vascas y catalanas, provienen de aquel negocio que ahora está un tanto, no del todo, camuflado, porque “se le ve la patita” en la patera.

Y en una Ibérica, con un 70% de su población imperial en la pobreza más abundante de cosas de pobres; donde el clero vaticano se zampaba al alimón con la nobleza todos los recursos nacionales, uno puede arrancar a llorar cuando historiadores modernos, como la arquitecta habanera Felicia Chateloin, te describen que, después de una porrá de años imperiales, la increíble pobreza de los españoles que arribaban por la Habana para comer caliente, fue algo difícil de entender, supuesto que a Inglaterra, Holanda y Francia, ya se le notaba el comercio americano en sus poblaciones.

Y si los españoles vivían en la más absurda de las pobrezas, pero no dejaban de aplaudir, como ahora, a los hijos de los santos como San Luis, u otros muchos que han pasado a la crónica sagrada como grandes procreadores, las iglesias y las catedrales de una orilla u otras de la mar oceana, brillaban por la cantidad de joyas y metales preciosos que de tan buen humor ponen a los clérigos pensando en sus descendientes.

De aquellos lodos esclavistas, las dos “locomotoras españolas” Cataluña y el País Vasco, en amalgama con la secta religiosa católica, poco a poco fueron vertebrando el resto peninsular español quitándole toda sonrisa, y, manifestado de paso, un profundo desprecio hacia las gentes de las demás regiones españolas.

Y el que tenga alguna duda que se vaya a vivir a cualquiera de las dos citadas provincias, reinos, estados, o imperios.

Salud y Felicidad sin covid-22. Juan Eladio Palmis.

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