El Cementerio de Perros de París

París, 9 de febrero de 2022.

Querida Ofelia,

Pasamos toda la tarde ayer recorriendo el bello Cementerio de Perros de París, situado paralelo al Sena, del cual lo separa una fila de grandes y hermosos árboles.

Las condiciones de vida de los animales mejoraron considerablemente durante el siglo XIX. Lentamente, la función del animal fue cambiando.  De útil animal de compañía comenzó a contribuir a la calidad de vida de los hombres.

En 1824, una Sociedad Protectora de Animales vio la luz en Inglaterra. En 1845, indignado por los malos tratos infligidos a los caballos, el Conde de Grammont fundó la Sociedad Protectora de Animales francesa.

Pero, si las condiciones de vida de los animales mejoraron durante su vida, no se planeaba nada para después de su muerte.

En teoría, los cadáveres deberían ser llevados en un plazo de veinticuatro horas a la casa del descuartizador. En la práctica, en París, los restos se solían tirar con la basura doméstica, cuando no se lanzaban al Sena o a las zanjas de las fortificaciones.

Con la ley del 21 de junio de 1898, que precisó que los animales domésticos podrían ser enterrados «en una fosa situada en lo posible a cien metros de las viviendas y de tal manera que el cadáver estuviera recubierto por una capa de tierra de al menos un metro de espesor», la creación de un cementerio de animales se hizo posible.

A esta tarea se dedicarán un abogado, Georges Harmois, y una periodista feminista, Marguerite Durand. Quedaba por encontrar, en París, un lugar situado, como quería la ley, a cien metros de toda vivienda…

Situada al noroeste de París, en la orilla izquierda del Sena, la villa de Asnières-sur-Seine era, en el siglo XIX, un destino privilegiado para los parisinos en busca de verdor y diversión. La Isla de las Plagas se encontraba a orillas del Sena tan apreciadas. En aquel momento, estaba ocupada por traperos que recogían tejidos, metales y otros objetos abandonados para revenderlos. 

Aprovechando la nueva ley que autorizaba el enterramiento de animales, Georges Harmois y Marguerite Durand crearon el 2 de mayo de 1899 la Sociedad Francesa Anónima del Cementerio para Perros y otros Animales Domésticos y, el 15 de junio de 1899, la sociedad compró al barón de Bosmolet la mitad de La Isla de las Plagas situada aguas arriba del puente de Clichy.

Después de haber obtenido la garantía de que se respetaría la ley del 21 de junio de 1898 sobre el enterramiento de los animales domésticos, el Prefecto no se opuso a la creación del cementerio. 

Este cementerio, el primero de su tipo, fue oficialmente abierto al público a finales del verano de 1899. Varias construcciones fueron proyectadas, como un Columbarium y un museo de los animales domésticos, pero solo los jardines, el edificio de entrada y la necrópolis fueron realizados. Esta última se divide en cuatro partes: la de los perros, la de los gatos, la de los pájaros y la de los demás animales.

El arquitecto parisino Eugène Petit, se encargó de construir la entrada del cementerio. Diseñó el portal de estilo Art Nouveau, flanqueado por dos puertas para el paso de peatones.

En 1976, el relleno del brazo del Sena, hizo posible la desaparición de la segunda isla, la Isla Robinson, por lo cual el cementerio perdió su carácter insular.

Desde su creación, el cementerio conoció un éxito creciente, pero encontró dificultades crónicas. La más reciente fue la de 1986, cuando el consejo de administración decidió el cese de toda actividad y el cierre definitivo del cementerio para el mes de septiembre de 1987. Muy conmovidos, los concesionarios y los amantes del antiguo cementerio se movilizaron. El Ayuntamiento d’Asnières preparó entonces un plan de rescate y solicitud nota la clasificación del sitio.

El 29 de junio de 1987, la Comisión departamental de los Hauts-de-Seine, a petición del Ministro del Territorio, Pierre Méhaignerie, inscribió el sitio del Cementerio de los Perros debido a su «interés a la vez pintoresco, artístico, histórico y legendario».

En mayo de 1989, el alcalde d’Asnières compró el terreno a la Société Française Anonyme del Cementerio para Perros y otros Animales Domésticos y confíó su gestión a una sociedad independiente. Más tarde, en 1996, el Consejo General de los Hauts-de-Seine terminó los trabajos de consolidación de las orillas que conectan la terraza del parque Robinson con el puerto Van Gogh por un paseo a orillas del Sena jalonado de pérgolas.

Por último, el 1 de febrero de 1997, el Ayuntamiento de Asnières sur-Seine se hizo cargo de la gestión del cementerio.

Con el paso de los años, el cementerio se fue llenando de monumentos y sepulturas importantes.  A partir de 1900, la dirección hizo erigir, frente a la entrada del cementerio, un monumento a la gloria de Barry. El perro que vivió a principios del siglo XIX, pertenecía a los monjes del hospicio del gran San Bernardo. La leyenda dice que después de «salvar la vida de 40 personas, fue asesinado por la 41».

 Otro testigo del vínculo entre hombres y animales es el monumento erigido a la memoria de los perros policías víctimas del deber. Erigido en 1912, pocos años después de que las comunidades suburbanas se hubieran dotado de perros de policía, alberga a Dora (1907-1920), de la comisaría de Asnières; Top, varias veces condecorado; Papillon, ocho años de servicio en el distrito XIII; Léo, muerto durante el servicio…

Los animales estrellas y los animales de las estrellas también han encontrado un último refugio en el cementerio de Asnières. Rintintin, el valiente héroe de la serie de televisión que fue parte de mis héroes de infancia ( le llevé dos rosas a Rintintin (1918-1932). Deseo recordar que el soldado americano Lee Ducan encontró al cachorro entre las ruinas de la guerra y decidió llevarlo a los EE.UU. en donde llegó a ser la estrella canina que todos conocemos. Al morir, su dueño decidió enterrarlo en Francia, lugar en el que había nacido); Prince of Wales, cuyo epitafio explica que «apareció 406 veces en el escenario del Teatro del Gimnasio» en 1905 y 1906; Kroumir, el gato de Henri de Rochefort, que se dice que murió de pena cuatro días después de su amo; y las mascotas de Camille Saint-Saëns, de príncipes y duques… Bigote, mascota del Gran Ejército entre 1799 y 1811. Él acompañó a los veteranos y se ilustró en hechos de armas tan pintorescos como heroicos. Se hizo famoso. Bigote fue presentado a Napoleón para quien ejecutó el saludo militar levantando una pata a la altura de la oreja.

El 11 de marzo de 2006, se inauguró el monumento a la memoria del perro Bigote y es el último monumento oficial que se inauguró en el cementerio de los perros de Asnières.

Pero el cementerio de Asnières no sería nada sin la multitud de los anónimos: perros, gatos, pájaros, conejos, tortugas, ratones, hámsteres, peces, caballos, un mono, una gacela, etc., cuyas tumbas ricamente esculpidas o simplemente floridas dan testimonio del afecto de sus amos.

Así, al azar de nuestro paseo, pudimos descubrir el reconocimiento de una madre a quien el perro Loulou «devolvió a su hijo que en 1895 se ahogaba en el río Garona. El valiente Loulou solo tenía nueve meses y además una pata rota…».

Más adelante, un perrito de piedra tiende la pata a un soldado con casco. Es Mémère, nacida en 1914, y que permaneció quince años como la mascota de los cazadores a pie.

En otros lugares, sobre placas de mármol, rodeadas de flores, un nombre, dos fechas y una foto. Para Pupuce, Sultan, Minouchette, Ulysse o Rubis.

Finalmente, anónimo entre los anónimos, un perro callejero llegó a morir, el 15 de mayo de 1958 a las puertas del cementerio. La dirección le erigió un monumento. Fue el animal número 40.000 que fue enterrado en la necrópolis…

Los gatos vivos tienen también su dominio, «la casa de los gatos», situada en la punta de lo que fuera la isla, es mantenida por una asociación que les alimenta y cuida.

El alcalde d’Asnières-sur-Seine es hoy propietario y gestor del cementerio que oficialmente cuenta con 869 concesionarios de toda Francia y algunos del extranjero, para rendir un último homenaje a su compañero.

Con 110 años de existencia, el Cementerio de los Perros ha sufrido los ultrajes del tiempo. Con el fin de devolverle toda su dimensión, el Ayuntamiento de Asnières-sur-Seine decidió en 2001 tomar la restauración de la entrada del cementerio y revisar su paisajismo.

La fachada diseñada por Eugène Petit ha recuperado su aspecto original y el portal deja entrever la antigua entrada principal así como el imponente monumento en recuerdo de Barry.

La parte arbolada permite a los concesionarios y visitantes disfrutar aún más del cementerio de animales de Marguerite Durand.

Muchos epitafios son conmovedores y entre las sepulturas las hay modestas o realmente lujosas. Casi todas tienen flores. Vimos a varias personas floreciendo las sepulturas.

Ayer puse en mi página y grupos de Facebook un vídeo sobre ese célebre cementerio. Mañana editaré las fotos que tomé y la crónica correspondiente.

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

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