Eduardo López Collazo: "Cuando amas a dos cosas, si están unidas, mejor"

Edu López Collazo, la luz que brilla tranquila

Que Eduardo es un hombre inteligente no lo duda nadie. A estas alturas de su vida, cuando ya a la media rueda, se alcanza sabiduría, pero también distancia de las cosas que no importan pero que llegaron a obsesionarnos alguna vez, tampoco le interesa probarlo; porque ahí están los hechos y obras consultables que se quedan para la eternidad.

https://youtu.be/xQWt8_FWJAc

Teníamos esta entrevista pendiente hace más de un año. Entre tanto pasaron muchas cosas en su vida personal y profesional, sobre todo un matrimonio y un libro, pero antes que nada me interesaba conversar con él sobre su experiencia como emigrante para la página “Cuba Española”. De todas las vidas de los cubanos de la diáspora se pueden sacar historias, algunas de horror y misterio, otras de esperanza y redención. En todo caso ninguna es banal. La de Eduardo hay que incluirla sin dudas en esta segunda categoría.

Hay personas que desde que nacen saben que la vida está en otra parte. En el caso de los cubanos cada paso para conseguir sus sueños es estrategia y táctica a la vez. Algunos se vuelven expertos dando tumbos, a otros la honestidad los condena al exilio. Eduardo siempre ha tenido principios, la justicia y el sentido moral han sido dos de ellos. Los aprendió en su natal Jovellanos, allá en la provincia de Matanzas. Defenderlos pudo condenarlo al ostracismo y al olvido, pero a fin de cuentas terminaron salvándolo.

No hemos tenido tiempo de incluir en la entrevista todas las vicisitudes, sinsabores y sobresaltos por los que pasó hasta que consiguió salir de Cuba. Todos los cubanos tenemos historias similares, lo que cambian son las peripecias. Pero Eduardo le gusta contar y cuenta bien, así es que para los interesados recomendamos su blog “Viernes”, desde el que nos regala su lado más sensible y menos pragmático: el de su pasión por las artes, el ballet, la literatura y la vida. La bitácora, asumida cada viernes (unos más que otros) con el rigor que se debe a un científico, concentra más de 20 años de las más diversas impresiones.

Sobre la ciencia, piensa que la poca estima que se tiene en muchos países latinos por la materia, se debe a la falta de información. Al mismo tiempo se siente bastante optimista sobre el futuro. Considera que muchos partidos políticos se muestran sensibles, particularmente el Partido Socialista y Ciudadanos. “La ciencia debería ser una prioridad en España”; y para ilustrar que se siempre se puede más, pone el ejemplo de Alemania, devastada “dos veces”, pero que siempre ha dedicado un presupuesto consecuente a la ciencia “todo lo contrario de lo que se ha hecho aquí”, suspira. Aun así, nada que ver con Cuba, allá la ciencia la dirige el Comité Central, asegura, ilustrando con anécdotas de su propia vida de investigador pegado al catre en el Instituto de Biotecnología con las bacterias al alcance de la mano para que no les fuera a faltar la lumbre.

Agradecido como el poeta Rafael Alcides hacia todas las personas que lo ayudaron, primero en Cuba y luego en España. Tras su tropezón con la Seguridad del Estado, hacía falta una mujer valiente, y esa fue su mentora Miriam Palacios, directora del Centro de Química Farmacéutica, que creyó en su proyecto y en su aura. En la Madre Patria, Lisardo Bosca lo salvó de una repatriación forzosa y le abrió con confianza sus brazos y los de su equipo en el laboratorio de la Complutense. El resto ya es historia.

La hispanidad le parece una idea excelente y atribuye que no se haya podido concretar por “razones ideológicas” principalmente. En cuanto a la reunificación de Cuba con España se muestra más circunspecto y confiesa de no tener una idea muy clara de cómo conseguirlo, prometió reflexionar sobre el asunto para una próxima entrevista, aunque avanzó un argumento imparable pero no muy científico: “Cuando amas dos cosas si están unidas mejor”, certifica con un guiño pícaro.

Estamos de acuerdo.

Su vida en España ha estado llena de satisfacciones profesionales y personales. “Desde que llegué me sentí en mi casa”, asegura, “y es que lo que pasé antes fue tan duro, que nada podía ser peor”. Tal vez su éxito se deba a que nuestro hombre no es de los que sufre vanamente mirando hacia el pasado con nostalgia enfermiza. “Los obstáculos están hechos para saltarlos”, observa con una sonrisa. “Y perseguir sus sueños sin descanso es la única manera de ser medianamente feliz”, concluye con filosofía.

Gracias por tu tiempo Edu, y ya estamos quedando otra vez para cenar en Madrid.

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