De los naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca

Si hay una vida azarosa en la historia de España, esa es la del conquistador y aventurero andaluz Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que habiendo salido de Jerez de la Frontera, fue visto desde la Florida al Río de la Plata, pasando por las Antillas.

Les dejamos un capítulo de sus naufragios:

«Capítulo X: De la refriega que nos dieron los indios.

Venida la mañana vinieron a nosotros muchas canoas de indios, pidiendonos los dos compañeros que en la varca avian quedado por rehenes. El governador dixo que se los daria con que traxesen los dos christianos que avian llevado. […] Y como no nos quisiessen dar los christianos, y por este respecto nosotros no les diessemos los indios, començaron nos a tirar piedras con hondas y varas, con muestras de flecharnos aun que en todos ellos no vimos sino tres o quatro arcos.

Estando en esta contienda el viento refresco y ellos se bolvieron y nos dexaron y assi navegamos aquel dia hasta hora de visperas que mi varca que yva delante descubrio una punta que la tierra hazia, y del otro cabo se via un rio muy grande y en una ysleta que hazia la punta hize yo surgir por esperar las otras varcas. […] Y ansi navegamos quatro dias en compañia comiendo por tasa cada dia medio puño de maiz crudo. A cabo destos quatro dias nos tomo una tormenta que hizo perder la otra varca y por gran misericordia que Dios tuvo de nosotros no nos hundimos del todo, segun el tiempo hazia y con ser invierno y el frio muy grande, y tantos dias que padesciamos hambre con los golpes que de la mar aviamos rescibido, otro dia la gente començo mucho a desmaiar, de tal manera, que quando el sol se puso todos los que en mi varca venian estavan caydos en ella unos sobre otros, tan cerca de la muerte, que pocos avia que tuviessen sentido, y entre todos ellos, a esta hora no avia cinco hombres en pie.

Y quando vino la noche no quedamos sino el maestre y yo que pudiessemos marear la varca, y a dos horas de la noche el maestre me dixo que yo tuviesse cargo della porque el estava tal que creya aquella noche morir. Y assi yo tome el leme, y passada media noche yo llegue por ver si era muerto el maestre y el me respondio, que el antes estava mejor y que el governaria hasta el dia. […] Y despues que el maestre tomo cargo de la varca, yo repose un poco muy sin reposo, ni avia cosa mas lexos de mi entonces que el sueño. Y acerca del alva parescio me que oya el tumbo de la mar, porque como la costa era baxa, sonava mucho y con este sobresalto llame al maestre el qual me respondio que creya que eramos cerca de tierra […]. Y assi yo tome un remo y bogue de la vanda de la tierra que nos hallamos una legua della, y dimos la popa a la mar.

Y cerca de tierra nos tomo una ola que echo la varca fuera del agua un juego de herradura y con el gran golpe que dio casi toda la gente que en ella estava como muerta, torno en si. Y como se vieron cerca de la tierra se començaron a descolgar, y con manos y pies andando. Y como salieron a tierra a unos barrancos hezimos lumbre y tostamos del maiz que trayamos y hallamos agua de la que avia llovido, y con el calor del fuego la gente torno en si, y començaron algo a esforçarse. El dia que aqui llegamos era sexto del mes de Noviembre.»

Alvar Núñez Cabeza de Vaca, “Naufragios”.

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