¿Cuba y Venezuela? A la parrilla, de vuelta y vuelta…

Así se las quiere zampar a la parrilla, vuelta y vuelta, con sangre corriendo, el bondadoso, ejemplarizante, espejo de dios que quita los pecados del mundo, desinteresado y única forma de vida en la tierra: el vulgar capitalismo, que duerme en la misma cama de oro que el clero vaticano a Cuba y a Venezuela: poco hechas, vuelta y vuelta sobre el carbón ardiente de la aplaudida barbacoa a la que le están soplando todos el amasijo de imbecilidad de este mundo, en el que quizá el más espabilado miembro fue aquel Abundio que vendió el burro para comprar la paja y la avena, y con lo que le sobró se fue de putas.
Hacer un repaso por los distintos países donde vuelta a vuelta el imperio, el sistema, se ha tragado pueblos enteros sin necesidad posterior de tomar bicarbonato para hacer la digestión de su barbarie, es una larga lista que no sirve para nada enumerarla porque ya se encarga la propaganda de actuar y decir lo de puta madre que se vive bajo el imperio del dinero y las manos blancas especialistas en tocar compañones.
En la América Tostada, por toda el África Negra, por una Europa con las rodillas destrozadas en su devoción tiránica impuesta a un pueblo en fase terminal. Por una Asia, Oceanía y Australia de la que poco o nada sabemos desde esta esquina del globo terráqueo, la propaganda solos nos habla de las excelencias de caer en las fauces de lo mejor que le ha podido acontecer a la humanidad: la bendición que significa el sistema capitalista.
Allí y donde haya recursos naturales, allí y donde el hombre quiera vivir a su manera, necesidad y capricho, allí desembarcan los señores capitalistas con sus parrillas, con sus barbacoas a carbón encendido, dispuestos, vuelta y vuelta, rápidamente, para no consumir mucho tiempo y energía, zamparse el pueblo en cuestión.
Y mientras eso acontece, los pueblos, las gentes, estamos dispuestos por una deformación que tiene un hondo calado de realidad, pero mentirosa en toda su expresión, llegamos a ponernos de inmediato de parte del sistema que una vez más, por mandato divino, va a corregir un desequilibrio ocasionado, últimamente, por los que llevan chilaba y turbante, o por aquellos, caso de Venezuela y Cuba que no se arrodillan ante el santo sistema que ha traslado su centro de información y combate de la capital de Usa y de Rusia al Vaticano.
Tiene tanta confianza el sistema en sus medios de comunicación que ya no cuida ninguna forma, y sus emisarios cuando van a detener en un domicilio a cualquiera a los malos, en el logro propagandístico ya alcanzado, gente que generalmente  viste chilaba, barba crecida, y le reza a otro dios no tan bueno como el bondadoso y desinteresado que vive en el Vaticano, encima, son tan pocos inteligentes tales acólitos, que  suelen tener en la puerta de su casa, o sobre su cama un letrero que dice, en el argot propagandístico, “aquí vive un terrorista”, “o aquí vive un estudiante de terrorismo”.
Puede que uno de los peores terrorismos con el que haya topado la humanidad en los millones y millones de años de existencia gregaria que tenemos, más de cuatro millones y medio calculados como buenos que llevamos correteando sobre la tierra, el peor terrorista que ha existido sea el sistema capitalista en todos sus variopintos coloridos a gusta de cacique con mando del momento.
Desde que se tiene cierto conocimiento de la andadura humana sobre el planeta, al hombre le gustó el inútil metal por su escasez y pobre utilidad, que solo palpan ciertas manos, que es el oro. Y resulta demencial y de gente sin escrúpulos y burda el destruir selvas, ríos, y preciosos ecosistemas por obtener un lingote de metal que se va a guardar en un caja fuerte sin otra utilidad que un valor variable adjudicado. De ahí que la destrucción en la naturaleza que se origina para obtener unos kilos de ese metal, solo por semejante estupidez, sobran los comentarios en el intento de definir lo que es y para lo que sirve el sistema capitalista.
Del mismo que sería imposible concienciar a la gente de que un desprecio general hacia el metal oro sería un bien a corto plazo que experimentaría el planeta, aunque los altares y lo acaparado en los tesoros y cajas fuertes produjera más un infarto a los avarientos; hasta que no llegue un día que las gentes entendamos que la vida no se desenvuelve lo mismo en un desierto que en una vega o en una zona polar, el hombre, la humanidad vamos a seguir amparando y  preguntando y aplaudiendo lo que el sistema desea respecto a cómo se quiere zampar a otras sociedades por el claro motivo de joderlas, parasitarlas, a sabiendas que no hay compañones a afearle esa brutalidad asesina posteriormente.
Y todo el que tenga duda que se ponga a viajar detrás de las hordas capitalistas en todos y cada uno de los países donde los gringos junto con los demás buenos a sus órdenes, instalaron sus barbacoas y se zamparon a los lugareños.
Generalmente vuelta y vuelta.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.
 

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