Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pero si con el conocimiento he logrado cambiar mis antiguas certezas, estoy convencido de los demás también pueden conseguirlo
Generalizando, los puertorriqueños miran a España con rencor y los españoles miran a Puerto Rico con menosprecio. Es un hecho que los puertorriqueño que nos observan desde hace años piensan que somos asimilistas. Por su parte, los españoles que se perdieron la mitad de la película, pueden considerarnos unos malinchistas empedernidos. Pero no se trata de eso. Lo que importa es el legado, la supervivencia de esta ideología más allá del paso temporal de las personas que la animan.
No somos políticos ni sabemos vender falsas promesas. Los Penepes son expertos en eso, llevan 117 años ofreciendo la estadidad, igual que los Populares y su soberanía o los Pipiolos y su independencia. Sabemos que lo que pretendemos, difícilmente ocurrirá en lo inmediato porque la generación actual está adoctrinada por una educación politizada que solo la hace mirar hacia los Estados Unidos.
Es por esto que queremos dirigirnos a todos aquellos que tienen voz en esta isla, para que nos ayuden a salir del ELA Colonial y la educación indigenista. Dos caminos que sólo han conseguido restringir la identidad puertorriqueña al folclore de los suburbios newyorquinos y al levantamiento de falsos ídolos.
Si entre todos comenzamos a defender el derecho de los puertorriqueños a la ciudadanía española, no sólo estaríamos rompiendo el estrecho cinturón del insularismo, sino que estaríamos abriendo una puerta para que las próximas generaciones miren orgullosas y sin miedo hacia el mundo. Y si España como lo ha venido haciendo hasta ahora, adonde pertenecemos legítimamente, no nos reciproca, por lo menos los puertorriqueños de mañana habremos iniciado el camino definitivo de la descolonización.
En lo personal, haber leído las Memorias del Capitán Juan Melgarejo o el Gíbaro de Manuel Alonso (sí, en el siglo 19 se escribía con g) entre todas las obras literarias, me mostraron de donde salimos como país, sin olvidar que la lengua con la que la pensamos, sentimos y soñamos es la española. Desde las estrofas de Luis Llorens Torres, entendí donde se encontraba la esencia cultural y funcional de Puerto Rico: que no es más que una Nacionalidad Histórica de España.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pero si con el conocimiento he logrado cambiar mis antiguas certezas, estoy convencido de los demás también pueden conseguirlo. Hasta ahora no he encontrado a nadie que sepa lo que hay que hacer para desenmarañar la psiquis del colonizado y el sistema embrutecedor que lo envilece. Encontrarlo, haría sin dudas las cosas más fáciles, pero mientras no aparezca, desde nuestro movimiento, seguiremos despertando conciencias y exigiendo que España reconozca a los españoles de Puerto Rico, como lo hizo con los sefardíes.