Cuando Inglaterra exterminaba indígenas en Patagonia

Durante la «colonización» de la isla Grande de Tierra de Fuego entre los siglos XIX y XX, se perpetró uno de los más atroces genocidios de la Historia iberoamericana. La crueldad de los invasores iniciaría durante la fiebre del oro, cuyos yacimientos auríferos atraían a los europeos. Sin embargo una vez que las reservas naturales dejaron de responder a la codicia de los intrusos, iniciarían la explotación de ganadería ovina; afectando severamente a los métodos de subsistencia de los aborígenes de la región.
La Sociedad Explotadora de Tierra de Fuego iniciaría una campaña de exterminación contra los amerindios, que en el intento de sobrevivir a las hambrunas –causadas por los mismos colonos- trataban de robar alguna oveja (guanaco blanco). Pero por si fuera poco, la crueldad de los invasores había sido avivada por el periódico inglés «The Daily News»; a través del cual se hacía hincapié en las molestias que suponía la tribu Selknam para dichos fines empresariales.
«El periódico inglés «The Daily News» en el año 1872 reprodujo las siguientes líneas sobre la Tierra del Fuego: «Indudablemente la región se ha presentado muy apropiada para la cría de ganado; aunque ofrece como único inconveniente la manifiesta necesidad de exterminar a los fueguinos»,recoge el historiador René Peri Fagerstrom en su obra «Reseña de la colonización de Chile».

Ocho libras por cabeza

«En dónde están los hombres fuertes, las mujeres de presencia gallarda y hermosa, la alegra juventud?… ¿Dónde las mozas que buscaban mariscos en la playa y los jóvenes que se adiestraban en el manejo del arco» ¿Dónde los cazadores y sus familias? ¡Perecieron!… ¡Están anonadado!… Pero esta obra de desolación no la consumó ni la peste ni la guerra, sino el roce con los blancos y la codicia de los civilizados» denunció el sacerdote y etnólogo Martín Gusinde, en su tratado «Hombres primitivos en la Tierra del Fuego».

La desnutrición y la falta de recursos bélicos para resistir a los linchamientos, terminaron por poner punto y final a una civilización.

La enfermiza ambición que caracterizó a la colonización de Tierra de Fuego, orilló al ser humano a cometer los actos más despiadados contra las tribus aborígenes. Una vez que los extranjeros agotaron los recursos de los yacimientos auríferos durante la fiebre del oro; el Gobierno chileno motivaría a la actividad ganadera allí mismo.
El Estado chileno comenzó a facilitar millones de hectáreas en esta isla para la ganadería ovina; dando lugar así a una agrupación llamada «Sociedad Explotadora de Tierra de Fuego». Desde 1893 iniciarían las hostilidades contra los nativos; convirtiéndose en un verdadero holocausto, en el cual ni Dios ni la justicia estuvieron con ellos.

«Los cazadores de indios mataban porque les pagaban una libra esterlina por cada cabeza, y a la mujer le cortaban los senos y pagaban un poco más por ella»

Algunos historiadores restan el impacto negativo, atribuyendo la extinción de los selknams a enfermedades, las cuales también penetraron hostiles con la maldad de los colonos-. Pero lo cierto, es que por más de dos décadas se llevaron terroríficas cacerías de indios. Se había convertido en el «negocio alternativo» al pastoreo, para aquellos mercenarios que no tenían ovejas ni hectáreas concedidas por el Estado chileno.
«La adquisición por fuerza y el uso del terreno, invadido y ocupado por los civilizados, quitó a los indios todo medio de subsistencia-. El indio indefenso y tímido fue lanzado de su tierra, sobre la cual tenía los títulos legítimos desde antaño por la sola ocupación nunca disputada. Y si el pobre lanzado huía refugiándose a otra parte, allí le esperaba la muerte segura por la bala de los blancos», explicó Martín Gusinde.
La razón por la que estalló la masacre se debía a las mismas peticiones de los ganaderos de la Sociedad Explotadora de Tierra de Fuego, que incómodos con los robos de ovejas decidieron erradicar a todo indígena. No obstante, los fueguinos no hurtaban aquellos «guanacos blancos» (como así llamaban a las ovejas) por instintos infrahumanos, sino por las hambrunas que estaban ocasionando los empresarios; al eliminar su principal fuente de sustento, el guanaco.
La desnutrición y la falta de recursos bélicos para resistir a los linchamientos, terminaron por poner punto y final a una civilización. Los ganaderos ofrecían generosos salarios por cometer estos crímenes. Se pagaba hasta 1 libra por cabeza; y de la cual sacaban gran provecho a causa de la alta demanda de Museo Nacional de Londres. La institución ofrecía hasta 8 libras por las mismas.
«Los cazadores de indios mataban porque les pagaban una libra esterlina por cada cabeza, y a la mujer le cortaban los senos para que vieran que fue mujer y entonces pagaban un poco más por ella: me parece una libra y media o algo así… Decían que producían los chicos y que los chicos cuando fueran hombres iban a ser ladrones por necesidad, porque ellos tenían hambre; con la flecha a ellos les costaba, muy difícil matar guanacos, no como la carabina hoy en día. Es fácil matar, y después que carecían de guanacos. Se ausentaban los guanacos con el movimiento de la gente, lejos se iban…», escribió Francisco Coloane en su obra «El guanaco blanco».
Los indígenas aterrados emprendían un éxodo hacia el Norte, con la esperanza de librarse de convertirse en carne de cañón, no obstante tal como afirmó Coloane : «Se arriesgaban al exterminio que los ganaderos, tanto de Chile como de Argentina, habían implantado con la recomendación «The Daily News».
«A tan bajo nivel llegó la codicia y la inhumanidad del hombre civilizado que las cabezas de los indios constituían muy a menudo para él un artículo de comercio, pues e ladino comerciante pagaba al asesino una libra esterlina y él vendía después el cráneo al Museo de Londres por cuatro libras… espléndidas ganancias en números redondos», denunció Gusinde.
De: ABC
 

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