«Tenemos que ser tan competitivos como los japones»
«Somos unos vagos, por eso Alemania nos supera»
«Alemania es un referente económico por su sociedad de trabajo»
¿Quien no ha oído alguna de estas frases?
Día a día se usan en muchos discursos económicos los ejemplos de estos dos países que salieron de las cenizas que dejaron su derrota en la segunda guerra mundial. Muchos políticos de derechas los tienen como una imagen venerada por su potencia macroeconomica.
Pero si usted tiene familiares o amigos que han vivido y trabajado en dichos países sabrá que por mas imagen que tengan, «como en España en ningún sitio».
Quizás si seamos unos vagos, pero trabajar 6 horas diarias por 400 euros no es de mi gusto o hacer horas extras sin cobrar.
Admitelo, como buen hijo de la tierra de los conquistadores de América no te haría ninguna gracia lo ya mentado.
Solo hemos dicho dos de las cosas que todo universitario regresado de la antigua morada de kaisers ha vivido. Porque para nuestra desgracia Alemania es una sociedad oprimida socialmente, en la cual el trabajo y el encaje de pieza en la maquinaria del país devoran a cada uno por dentro.
La verdadera Alemania de puertas para adentro es como una constante de oficina, fingir fingir y trabajar. Un lugar frío, con gentes distantes y un pragmatismo estatal en muchas ocasiones racista.
¿Sabia usted que desde enero de este año si es Español, Francés, Italiano o Griego no recibirá ningún tipo de ayuda o cobertura en Alemania?
Dejemos al país teutónico por un momento y vayamos al del sol naciente.
Se podría resumir en una presión absoluta sobre el individuo, una sociedad pseudo-orweliana. El trabajo es la única razón de existencia del hombre, la mujer y los hijos desempeñan sus labores ineludibles para/con la sociedad, y no puedes quejarte.
Mucha mecantilizacion de la libertad, la lujuria, la pasión y los sentimientos.
Pero la realidad es que ningún sentimiento puede ser mostrado en publico.
Ahora digame usted:
¿Quiere vivir así?