Chusmerías, las menos

 
Como votante de Ileana Ros-Lehtinen por el distrito 27, respeto la decisión de mi representante de no votar por Donald Trump. No son pocas las figuras del Partido Republicano que, ante el dilema moral que plantea la nominación del magnate populista e irresponsable, han optado por abstenerse en la pugna por la presidencia que se perfila entre Hillary Clinton y Trump. Es muy difícil la opción entre la peste y el mal olor. Lo reconozco.
Sin embargo, del lobo un pelo. La nominación de Trump parece ser una dolorosa inevitabilidad. Así que del mismo modo que Trump está dando muestras de acercarse al aparato o establisment republicano, el Comité Nacional Republicano (RNC) debe acercarse al presunto nominado (de hecho ya está dando esos pasos discretamente), pero, eso sí, condicionándole su nominación a un comportamiento más presidencial y más acorde con los valores americanos. La decencia no es un adorno en un candidato, sino un imperativo moral ineludible en un aspirante a la presidencia de Estados Unidos.

Trump debería, por lo pronto, escoger a un vicepresidente que sea percibido por la sociedad como una persona justa y normal, de modo que logre así balancear la candidatura. Lo cual de entrada excluiría al oportunista de Chris Christie y a la polémica Sarah Palin.
Si el líder vocinglero no se aviene a los términos de esa negociación, sería mejor no nominarlo. Así de simple y a la vez complejo. Recordemos que el sistema de votación en Estados Unidos es representativo y por delegación, de manera que son los delegados los que tienen en sus manos la llave y el poder de decisión. Más vale no presentar un candidato que ser representado por un desequilibrado narcisita, por más seguidores que tenga. Estados Unidos no se puede convertir en una república bananera, aunque muchos lo deseen. Chusmerías, las menos.
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