Censuras

Por: Antonio Moreno Ruiz
Siendo que, muchas veces, para no reconocer las miserias del presente, se miente sobre el pasado, como si en nuestro tiempo fuéramos más libres y más sabios, y como si el hecho de que el tiempo pase nos hace mejores per se, y encima con aires de superioridad moral (todo tiempo pasado fue peor…), vamos a tratar sobre la palabra “censura”, tan manoseada en nuestro tiempo, así como algunos mitos y realidades al respecto:
Sobre la censura franquista:
-No afectó sólo a la izquierda. A Camilo José Cela le censuraron «La colmena» y a Rafael García Serrano «La fiel infantería». Al menos a Cela, a los años, se le fue reconociendo su valía literaria, pero a García Serrano (uno de los mejores escritores españoles del siglo XX y con diferencia), nunca. Entre otras cosas, porque García Serrano no dio su brazo falangista a torcer y cuando el régimen nombró a Juan Carlos como próximo jefe del estado luego de su muerte, se opuso tajantemente. Se privó así de muchas prebendas; sin embargo, no se vendió. Hay muchos que no pueden decir lo mismo.
-Las absurdas prohibiciones sobre el catalán, el gallego o el vascuence se levantaron en los años 40. Josep Pla publicó en catalán y Álvaro Cunqueiro publicó en gallego. En sus obras digitalizadas podemos ver las fechas de edición. Y muchos años después del franquismo, nadie ha superado a estos dos grandísimos escritores en sus vernáculas lenguas.
Por cierto: Como Cela o García Serrano, tampoco eran de izquierda.
-Y sí, la censura franquista, además de mojigata/puritana, era muy torpe. La tomaba con algunos y se le colaba todo lo que venía bien, y no digamos a través de la clerecía conciliar.
Sobre la censura progre/actual:
-A diferencia del franquismo, oficialmente no hay ningún ministerio al respecto, pero la censura, lejos de ser torpe, es implacable. Y se ve especialmente en la televisión. Luego del vil asesinato del pobre niño Gabriel QEPD, cada vez que alguien expresa su indignación ante las cámaras pidiendo la cadena perpetua o la pena de muerte, el periodista/censor quita el micrófono diciendo «eso no se puede decir por la tele». Nos dicen, tomando el modelo de las series yanquis, cuándo tenemos que reírnos y hasta qué podemos y no decir.
Otrosí, la contracultura ochentera ya no pasa esta censura, desde Loquillo a Siniestro Total. Y desde el animalismo, se pide la censura de Federico García Lorca y tantos otros poetas taurinos. Y todo con el dinero de un estado cada vez más corrupto y cada vez más asfixiante.
Pues eso, podría decirse que sarna con gusto no pica. El problema es que esto nos acaba arrastrando a todos, negándonos así cualquier tipo de futuro. Y otros recogerán los despojos mientras que, en contra de la propaganda oficial, cada vez estamos más arrinconados en todos los sentidos.
No obstante, yo me sigo preguntando cómo España sigue siendo un país seguro con la absoluta impunidad que hay para todo tipo de delincuentes. A ver si algún día acierto a descifrar este enigma.

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