Cartillas para aprender a dibujar de los siglos XVII al XIX en el Museo del Prado

Ilustración: La práctica de las Artes CORNELIS CORT (h. 1533-1578) (grabador) JOANNES STRADANUS (1523-1605) (dibujante) Aguafuerte y buril 1573 Madrid, MNP, Gabinete de Dibujos.

Madrid, 14 de octubre de 2019

Las cartillas de dibujo, también conocidas como cartillas de principios, surgieron en Italia en los primeros años del siglo XVII y se expandieron rápidamente por el resto de Europa. Su novedad consistía en el empleo del grabado como medio para compilar diferentes modelos que permitieran a los alumnos aprender a dibujar sin la presencia y la supervisión directa del maestro. El cuerpo humano se convirtió en el principal objetivo a plasmar, y para hacerlo con la mayor corrección se pensó en un método de fragmentación de la figura en múltiples elementos que permitiría a los aprendices progresar desde lo particular a lo general, de lo sencillo a lo complejo y de la línea de contorno al volumen. Las cartillas comenzaban con las partes del rostro –ojos, boca o nariz–, para continuar con los brazos, manos, piernas y pies, y finalizar con los estudios de figuras completas. Esta nueva herramienta didáctica revolucionó por completo el sistema de enseñanza del dibujo y se convirtió en un material pedagógico de gran alcance, capaz de transmitir un método y unos prototipos determinados, a la par que el estilo concreto de algunos artistas.

 Su condición material, el papel, unida a su uso intensivo en los talleres, academias y hogares particulares, ha motivado que sean pocos los ejemplares que hayan llegado a nuestros días y su propia consideración como instrumentos formativos no ha reconocido su mérito artístico, por lo que frecuentemente han pasado desapercibidos, aun cuando en muchas ocasiones sus autores sean renombrados pintores, escultores y grabadores.

 La adquisición de la colección de cartillas de Juan Bordes, sumada a las procedentes de la biblioteca Madrazo, de José María Cervelló y de otras compras individuales, ha generado la creación de un notabilísimo fondo que sitúa a la Biblioteca del Prado entre las más importantes del mundo en este ámbito. Por eso, esta exposición tiene como objetivo dar a conocer al visitante la relevancia de estos fondos como broche de oro al desarrollo de un plan integral de trabajo que consiste en una metódica catalogación, estudio razonado y digitalización de las cartillas conservadas en la biblioteca del Prado, que una vez finalizada, permitirá a los investigadores de todo el mundo acceder a los fondos a través de la biblioteca digital. En este trabajo coral son de gran importancia las tareas acometidas por las áreas de restauración de papel, edición y archivo fotográfico.  

 Catálogo de la exposición

 El catálogo que acompaña a esta exposición, coeditado con el Centro de Estudios Europa Hispánica, recoge cuatro estudios introductorios en los que se abordan los principales aspectos de las cartillas: su origen y utilización en Europa, la metodología didáctica empleada, la historia de las cartillas en España y finalmente el estudio de la colección conservada en el Museo del Prado. La segunda parte del libro la conforma el catálogo de las principales cartillas que se hicieron en Italia, Países Bajos y Francia, y la totalidad de las que se produjeron en España entre los siglos XVII al XIX.

 La exposición “El maestro de papel.  Cartillas para aprender a dibujar de los siglos XVII al XIX”

 Lugar: Museo Nacional del Prado, edificio Jerónimos. Sala D.  Fechas exposición: 14 de octubre de 2019 – 2 de febrero de 2020

Comisarios: José Manuel Matilla, Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas, y María Luisa Cuenca, Jefa de Área de Biblioteca, Archivo y Documentación

Organizada por: Museo Nacional del Prado 

 A principios del siglo XVII surgieron en Italia una serie de materiales pedagógicos que modificaron la tradicional metodología del aprendizaje del dibujo que, hasta entonces, consistía, básicamente, en la copia directa del natural o de vaciados en yeso y, en ocasiones, de dibujos facilitados por el propio maestro. Estos nuevos materiales fueron las cartillas de dibujo, también conocidas como cartillas de principios. Su novedad consistía en el empleo del grabado como medio para recopilar diferentes modelos y partes del cuerpo humano, de manera que el estudio del dibujo adquirió una nueva perspectiva. 

 Estas cartillas con estampas se basaban en un método pedagógico en el que, a partir de esquematizaciones, proporciones o líneas de contornos y sombreados, el alumno podía guiarse sin la necesidad de la presencia y supervisión del maestro. A través de la copia continua y repetitiva de los modelos representados en las estampas, el aprendiz lograba memorizar sus gestos y avanzar tanto en la destreza y cualidades de su dibujo como en la comprensión del cuerpo humano. Entender cómo emplearon estos materiales resulta clave para valorar el grado de eficacia que las cartillas tuvieron en la formación de la disciplina del dibujo.

 El cuerpo humano se convirtió, por tanto, en el principal objetivo a dibujar, de ahí que la fragmentación de la figura humana en sus múltiples partes permitiera al estudiante progresar desde los detalles hasta el todo. Así, avanzaban desde lo particular a lo general, de lo sencillo a lo complejo y de la línea de contorno al volumen. Comenzaban por los elementos del rostro, los ojos, la boca, la nariz o las orejas, para continuar por los distintos miembros del cuerpo, brazos, manos, piernas y pies, y finalizar con los estudios de torsos y las figuras completas. Los modelos fueron muy heterogéneos y diversos. Las figuras masculinas y femeninas fueron las más predominantes –muchas de las cuales estaban basadas en ejemplos de la estatuaria clásica. A su vez, destacaron también los estudios de niños o de putti  y, en algunas ocasiones, los de animales. 

 Por todo ello, las cartillas de principios revolucionaron por completo el sistema de enseñanza del dibujo, pues se convirtieron en un instrumento pedagógico de gran alcance, capaz de transmitir un método y unos modelos determinados, a la par que la manera y el estilo concreto de algunos artistas. Fue la posibilidad de poder aprender a dibujar sin maestro lo que extendió de una forma amplia la instrucción de esta disciplina permitiendo con ello la enseñanza a distancia. Por consiguiente, la trascendencia de las cartillas ha sido dilatada en el tiempo y su consideración, repercusión y uso evidencian la eficacia de las mismas.

 El aprendizaje del dibujo: maestros y discípulos

Cualquier aspirante a artista, fuera de la disciplina que fuera, inevitablemente debía comenzar sus estudios por la práctica del dibujo. Gracias a algunos escasos ejemplos visuales presentes en singulares estampas de mediados del siglo XVI, en las que se representan distintas escenas de taller, sabemos que los aprendices de más corta edad eran aquellos que empleaban sus horas en memorizar y copiar de forma repetitiva los modelos de principios facilitados por sus maestros –bien fueran en forma de dibujos o de estampas. Y así, a medida que los discípulos avanzaban en destreza y cualidades, pasaban a ejercitarse por medio de la copia de vaciados en yesos y del natural. Con la llegada de las cartillas de dibujo esta praxis se vio parcialmente alterada, puesto que la supervisión por parte del maestro dejó de ser tan directa y presencial y, lo que es más interesante, el número de aspirantes a aprender a dibujar se incrementó considerablemente, ya que el aprendizaje no quedó limitado al entorno de los artistas y los talleres, sino que se extendió tanto a aficionados como a particulares que desde sus hogares podían aprender a dibujar siguiendo tan solo las directrices e instrucciones presentes en las cartillas. De esta manera, la premisa de “aprender a dibujar sin maestro” se vio cumplida.

Las cartillas italianas y el desarrollo del método

En apenas una década se publicaron en Italia las tres primeras cartillas de dibujo que dieron origen a este género didáctico. Aunque todas ellas partían del mismo planteamiento, el de aprender a dibujar desde lo particular a lo general, es decir, desde las partes del rostro hasta la figura humana completa, sus metodologías y procedimientos difirieron considerablemente. Odoardo Fialetti apostó por un sistema basado en la línea, en el que mediante la sucesión de los trazos el aprendiz lograba memorizar cada gesto hasta formar el modelo deseado. Por otro lado, los Carracci introdujeron una práctica según la cual el discípulo comenzaba por los contornos de las figuras, dibujando tan solo sus formas lineales, para a continuación, una vez dominados sus perfiles, aplicar el sombreado y conseguir los volúmenes deseados. Por último, Giacomo Franco y Jacopo Palma el Joven, propusieron otro método más abigarrado, en el que los modelos se reunían ocupando toda la composición, lo que determinaba que el principiante tuviera que observar detenidamente las figuras y memorizar sus formas hasta conseguir dibujarlas sin la necesidad de la cartilla. 

 Los tres sistemas gozaron de gran éxito, pues las sucesivas cartillas publicadas en Italia imitaron tanto un método como otro, y, aunque tuvieran sus diferencias, las tres coincidieron en establecer y difundir los mismos cánones de proporción y belleza. 

 La internacionalización de los modelos

La proyección que tuvieron las cartillas de dibujo a nivel internacional fue relevante desde su nacimiento. Si atendemos a la rápida difusión que tuvieron los modelos italianos por Europa, comprobamos que su recepción se produjo casi de manera inmediata y paralela por los distintos países del continente. Los primeros en comenzar a grabar y editar estos materiales pedagógicos fueron los artistas flamencos y holandeses, seguidos muy de cerca por los franceses. Aunque en todos ellos podemos observar claramente las influencias italianas, las particularidades estilísticas de cada lugar, así como las singularidades de cada artista, también son visibles. Además de la eficacia del método, entre los factores determinantes que favorecieron esta acogida, se encuentra el propagandístico, pues no es de extrañar que desde los distintos lugares de Europa también se quisiera aprender a dibujar a la manera de reconocidos artistas italianos como Guercino, Della Bella o Jacopo Palma, entre otros. Las cartillas de dibujo permitieron generalizar por toda Europa una metodología común que favoreció la internacionalización de un sistema pedagógico basado en el poder de las imágenes. 

Las cartillas españolas

Las cartillas de dibujo no tardaron mucho tiempo en llegar a España. La presencia de artistas italianos en la corte, así como los viajes realizados por los jóvenes aprendices españoles a Italia, permitió que estos materiales pedagógicos circularan rápidamente entre los distintos ámbitos artísticos de nuestro país. Esta circunstancia tuvo, además, una mayor trascendencia, puesto que coincidió que durante esos mismos años existió la iniciativa de instaurar en Madrid una academia de arte al estilo de la de San Lucas en Roma. Así, tan solo tres décadas después de la primera publicación italiana de una cartilla de dibujo, en Madrid ya aparecieron los primeros modelos grabados por un artista español. 

 Si bien el número de cartillas españolas editadas entre los siglos XVII y XIX fue reducido, su interés es excepcional, pues no solo se hicieron eco prontamente de esta incipiente tradición artística, sino que además, desde sus inicios destacaron por su carácter autóctono, -y en ocasiones novedoso-, y por la existencia de elementos singulares acordes con las particularidades nacionales.

 Actividades complementarias

 ITINERARIO

Noviembre

Lunes a las 11.00 y 17.00 h.

 Diciembre y enero

Martes a las 11.00 y 17.00 h.

 Inscripción previa 15 minutos antes del comienzo de la actividad en el punto de encuentro de Educación. 

 CONFERENCIAS

4 de diciembre a las 18.30 h

El maestro de papel Mª Luisa Cuenca.

Museo Nacional del Prado  

8 de enero a las 18.30 h 

Las cartillas de dibujo españolas. El surgimiento de una nueva metodología para aprender a dibujar en el siglo XVII 

Ana Hernández Pugh. Investigadora

 Para asistir a las conferencias es necesario retirar una entrada gratuita en las taquillas 1 y 2, desde 30 minutos antes del comienzo.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

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