Carmelo González de visita en España, el fiasco

Tres consejos sanos para su majestad canaria

El presidente del Consejo de Residentes de Cuba y presidente de la Asociación Leonor Pérez está de visita en España y más particularmente en las Islas Canarias donde no sólo tiene familia sino también contactos políticos.
Don Carmelo lleva años de cruzada a favor de los canarios de Cuba, y a sus esfuerzos se debe el aumento importante de las ayudas que estos reciben en la isla, en particular los más necesitados, los ancianos.
Hay que reconocer su activismo y su loable labor, pero el señor González no está haciendo todo lo que puede por los españoles de Cuba que él asegura representar. Ya hemos destacado repetidamente en las páginas de este Diario, la situación de los miles de expedientes de nacionalidad que esperan resolución. Nunca, nunca, hemos escuchado al señor Carmelo tocar ni con el pétalo de una rosa a las insolentes autoridades españolas de la isla, a pesar de que entre sus prerrogativas como Presidente del Consejo de Residentes Españoles se encuentre precisamente esa, la de defender los intereses de la Colonia española de Cuba.
Don Carmelo viene a pedir dinero para sus jubilados y se queja de que las ayudas no estén fluyendo como se le había prometido. Le recordamos que la asociación Leonor Pérez que él dirige cobró el año pasado casi 100 mil euros en ayudas de diversa índole, lo cual, comparado con los 1.500 euros que cobró la beneficencia vasca de La Habana no es nada desdeñable.
En cualquier caso, como muestran los comentarios de algunos lectores irritados que no se explican las razones de Don Carmelo para venir a buscar el dinero de todos los españoles; sobre todo, cuando asegura públicamente venir del paraíso de los derechos sociales y la justicia. Y es aquí donde se manifiesta toda la contradicción de este asunto, y de este santo varón isleño, coqueluche de las autoridades españolas de Cuba y también de la dictadura, porque está en todas partes menos en las que tiene que estar.
En lugar de estar mendigando recursos a los españoles, Don Carmelo debería modificar su estrategia. Primeramente, debería exigir la inversión de las empresas españolas  radicadas en la isla entre los jóvenes españoles de Cuba, para que faciliten el emprendimiento entre los mismos, pues se sabe que un núcleo familiar que genera ingresos suficientes deja de ser automáticamente un gravamen para el resto la sociedad.
Luego, don Carmelo debería aprovechar sus influencias políticas (dentro y fuera de Cuba) para impulsar la causa de la organización política de esos españoles entre los partidos peninsulares. La razón es muy simple: organizados en  fuerza electoral de casi 200 mil almas, podrían tener una influencia política en España.
Y ya puestos a pedir, el Sr. González tendría que ceder su puesto obtenido con el 0.06 por ciento del padrón electoral, a los jóvenes, porque que ellos saben mejor que nadie lo que necesitan: otra esperanza que no sea la de emigrar lejos de Cuba para soñar un futuro mejor.

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