Carlos Cabrera Pérez: "Me sentí en mi casa desde que llegué a Barajas"

Carlos Cabrera Pérez en un analista y hombre político español pero nacido en Cuba, o sea se trata de un “cubañol” como le gusta definirse a sí mismo. Llegó a España desde Cuba por vía legal  “por el aeropuerto” sin ningún problema. Escogió venir a la Madre Patria porque ya conocía las bondades de sus ciudades, así es que desde que pudo hacerlo dio el gran salto transatlántico, con una mano delante y otra detrás.

Aunque tiene familia en Asturias y en Canarias, casi no tuvo que apoyarse en ella para salir adelante porque los Pérez Cabrera son trabajadores, aunque ellos mismos no lo sepan, como le ocurría a su tatarabuelo Nicasio, un asturiano de Remedios que cultivaba los mejores tomates de la región sin bombos ni platillos. Desde aquel entonces, los Cabrera también viven a contracorriente, pues Remedios siempre fue tierra de guayabas, mientras que los Pérez se dedicaban a otros cultivos en medio de la curiosidad general.

Como el 70% de la población cubana, los Pérez y los Cabrera llegaron a Cuba a principios del siglo XX de Canarias y de Asturias. Gente trabajadora y decente, como debe ser.

Las injusticias del antiguo régimen siempre molestaron al padre de Carlos, por eso no dudó un segundo en apoyar a Fidel Castro mientras vivió, siendo “consecuente con sus ideas” como afirma su hijo con gravedad. Por el lado de su madre que “todavía vive”, el compromiso no fue menor, porque todavía hoy “sigue siendo revolucionaria”. Una característica que comparten todavía muchos padres de nuestra generación, demasiado viejos para cambiar o conceder sin deshacerse que apostaron al “caballo” equivocado hace ya sesenta  larguísimos años.

Carlos, decíamos, tuvo opciones a la hora de escapar de la cárcel en la que se ha convertido la isla de Cuba, pero que de tantas, España siempre estuvo en primer lugar de su lista de países favoritos por razones sentimentales. Carlos es un sentimental incorregible aunque puede sacar las uñas sin miramientos, cuando se trata defender las ideas y la gente que ama. “Llegué dispuesto a trabajar, así es que hice de todo en los primeros tiempos: recogedor de vasos, expendedor de pan y tabaco”. De hecho, es lo que aconseja a sus coterráneos que deseen instalarse en España. “Sea trabajador y honrado, levántese pronto y todo irá bien”, resume convencido.

Para un hombre que conoció en Cuba los entresijos del poder, trabajos de tanta modestia podrían saberle a poco; sin embargo, para nuestro hombre que tiene a sus espaladas una carrera política de muchos años en el Partido Popular y consiguió ser alcalde de un pueblo en las cercanías de Madrid, llamado Aldeacentenera, todo se resume a ser perseverante y a saber para dónde se va.

Con esas ideas tan claras consiguió “ir levantando”, como se dice en Cuba, hasta conseguir trabajar en el periodismo que era uno de los oficios que desempeñó alguna vez en otra vida; porque la gran verdad es que los cubanos tenemos dos historias, una allá, y otra que comienza cuando la nave o la balsa que nos transporta hacia el exilio toca otra tierra en la que tenemos por fuerza que echar raíces. Muchos exiliados pasan muchos años adaptándose; pero para Carlos las cosas resultaron transparentes desde el primer día “Desde que llegué a Barajas me sentí en mi casa”, afirma rotundo.

Don Carlos sabe cosas. Suele estar muy bien informado sobre los asuntos de la finca castrista y el cortijo español, pero sus análisis fundamentados que pueden leerse en páginas de la “agitada blogosfera cubana” como Cibercuba, no son sólo el resultado de información privilegiada a la que tiene acceso por su pasado, sino por su manera de ver el mundo. Sus textos, al igual que su discurso, es claro, relajado, alejado de formalismos innecesarios, al mismo tiempo que ponderado y crítico.

Es muy fácil, por tanto, adherir a su razonamiento, lo mismo que difícil estar en desacuerdo con sus planteamientos, porque todo lo que afirma sobre la actualidad (de Cuba y de España) es razonable y alejado de los extremismos a que nos tienen acostumbrados los tertulianos y otros “influencers” de café con leche que pululan en las redes sociales.

A Carlos no le escandaliza la idea de la Reunificación, al contrario, para él sería lo mejor que pudiera pasarle a Cuba después de tanto tiempo perdido, aunque advierte que la idea perdería por lo anclada que está la Leyenda Nacional en los espíritus “Nos sacarían a Elpidio Valdés y a Baraguá, asegura”. Pero es factible si se hace de la “ley a la ley y a través de un referéndum. Eso sí, a condición que los que defienden esa idea puedan exponerla libremente a la población en igualdad de condiciones que los demás”.

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