Bicicleteros puertorriqueños

En vista de los recientes accidentes que han ocurrido en Puerto Rico con “ciclistas” aficionados, este es un tema de interés social que requiere de atención política y por eso toco el tema. Ya muchos “ciclistas” han muerto, y lo más que llama la atención es que la prensa insiste en convertir a los conductores de vehículos de motor en únicos culpables. Conductores que dicho sea de paso, pagan por su licencia, marbete y peajes por los que los “ciclistas” NO pagan. Y si no se han dado cuenta, escribo ciclistas entre comillas, porque que yo sepa ningún puertorriqueño jamás ha ganado un evento olímpico o mundial en esta disciplina, así que ninguno deja de ser un simple bicicletero  estorbando en las vías públicas.
Y antes de que los mismos que equiparan a los perros y gatos con los seres humanos, y apoyan el derecho a la diversidad para que convivamos con musulmanes con chalecos de explosivos, reconozcamos que sí hay conductores borrachos y negligentes… pero la culpa NO es toda de ellos. De eso trata este artículo. Como los medios de comunicación demonizan en exclusividad a los conductores, ya es hora de que alguien ponga las cosas en su justa perspectiva. ¿Cuál es el problema? Más importante aún. ¿Cuál es la solución?
El problema es que los puertorriqueños, la opinión pública en general, cree fantasiosamente que porque tienen ciudadanía estadounidense ya Puerto Rico es un país de primer mundo, y eso es un disparate. Puerto Rico tiene las carreteras en peores condiciones que Colombia, Uruguay o cualquier república independiente de esas donde los americanos no envían cupones para que los vagos no pasen hambre. Entonces, usted mete una caravana de cuarentones disfrazados de superhéroes de los años noventas, barrigas cerveceras incluidas a esquivar boquetes en la calle, y ahí empieza el problema. ¿Puerto Rico tiene carriles para ciclistas como los países donde la gente no escucha reggaetón? La respuesta es que no, que aparte de un pequeño tramo por el Condado que solo sirve para que duerman los adictos crónicos a la heroína, en Puerto Rico eso NO existe.
Entonces toca poner las prioridades en orden, que si lo hubiéramos hecho hace años, tendríamos ya también esos carriles para ciclistas. En un país donde la inmensa mayoría no pagan impuestos sobre ingresos; ¿Qué es más importante, que la gente conduzca para sus trabajos, o que gente madura que nunca destacaron en nada salgan a desahogar sus frustraciones encima de una bicicleta? La solución a corto plazo, sin parecer radical, porque NO lo soy, y si lo aparento es porque si usted agarra alguien que ha sido ciego toda su vida y acabándolo de operar de la visión lo saca al sol del mediodía, el pobre hombre se vuelve a quedar ciego. Pues la solución mis queridos colonizados y adoctrinados por el aparato embrutecedor del ELA con falsas promesas de una estadidad que nunca llegará, es prohibir a los bicicleteros en las vías urbanas, principales, autopistas y cualquier calle que no sea rural.
Sí, sé que lo ideal sería que ningún viejo inmaduro con traje de licra que mirarlos dan ganas de sacarse los ojos con una cuchara NO estuvieran encima de una bicicleta en ninguna calle. Pero si usted le quita la droga de golpe a un tecato, romper el frío podría matarlo. Sí, también existirá el que quiera excusar su propio mal con el ajeno, diciendo que también hay que sacar a los que están en las carreteras en “four tracks”, caballos y motores de podadoras, y tienen razón, pero también hay que sacar a los bicicleteros. O bien, podrían seguir resistiéndose a la razón y la coherencia, y solo lo entenderán cuando maten atropellado al último bicicletero en andropausia… sólo que cuando eso pase, ya NO hará falta sacarlos de las calles para protegerlos porque ya nos habremos comido el queso y bebido el chocolate del último de ellos en la funeraria.

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