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El día en que comenzó la reunificación hispana

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El pasado sábado se reunió en la cafetería ‘Rodilla’, en Madrid, la ‘Hermandad Hispánica de España’

Este encuentro se suma al esfuerzo llevado a cabo en Puerto Rico y en Chile

A continuación dejamos a la consideración de los lectores un texto que nos hizo hizo llegar Pedro García Guillén, hispanista participante.

Algo extraño y maravilloso ocurrió el pasado 12 de Marzo en Madrid. En la Puerta del Sol, entre turistas, músicos callejeros, comediantes y ciudadanos anónimos, tuve el placer de acudir a una cita de esas que no se ven todos los días.
Cualquiera que conozca la España actual estará de acuerdo conmigo en que allí, más allá de las personas que acudieron, se citó el compromiso. Las apenas diez personas que acudimos rebosábamos de él. No era para menos dado el objetivo que nos proponíamos: reunificar a todos los pueblos hispanos bajo una misma bandera nacional y cultural.
Hermandad Hispánica de España
Una mesa de la Cafetería Rodilla se llenó desde el comienzo de presentaciones, camaradería y  confidencias, ante las primeras impresiones de todos frente al proyecto. No faltaron las dosis de realismo que contrarrestaron la euforia y el optimismo generales, pero se respiraba un ambiente de alegría por haber dado el paso de celebrar una reunión pública sin avergonzarse ni ocultar, al menos en mi caso, lo que durante muchos años he ocultado por temor a ser señalado como un imperialista y un retrógrado. No fue fácil salir de los foros, las redes sociales, los blogs y los vídeos nostálgicos, pero se salió; el sábado por fin se salió.
Pero lejos de enfoques desfasados y estructuras políticas del pasado, la reunión se planteó como un ejercicio de derechos democráticos; como un proceso pacífico y dentro de la ley que, simple y llanamente, consistía en sacar a la luz la verdad. La verdad sobre lo que fuimos, la verdad sobre lo que somos, y la verdad sobre lo que podemos ser. Así, en aquella intensa reunión se habló de pasado, presente y futuro.

No fue fácil salir de los foros, las redes sociales, los blogs y los vídeos nostálgicos, pero se salió; el sábado por fin se salió.

De pasado, en términos tajantes. De cómo la Leyenda Negra fue una falsedad infame, creada por nuestros enemigos para infectar durante generaciones nuestra identidad nacional y basar en ella sentimientos antiespañoles para conseguir descomponer el Imperio y colonizar (cultural y económicamente) a los estados resultantes. De cómo el Tratado de París fue la formalización unilateral de un robo, un saqueo premeditado y cultivado a lo largo de varias décadas, y en última instancia una ilegalidad manifiesta que debe ser reparada. Y de cómo gracias a unas pocas personas que lo arriesgaron todo por mantener viva la llama de la Hispanidad en todos nuestros pueblos hermanos, estábamos nosotros allí.
De presente, con voluntad de trabajo. Sobre la creación de una asociación sin ánimo de lucro que pueda desde esta misma primavera unirse a las otras ya creadas en América para canalizar las no pocas acciones políticas que tenemos como retos venideros, como conseguir la ciudadanía para todos los puertorriqueños. Sobre la importancia de la formación e información de toda la comunidad hispana en la verdadera Historia, no en el adoctrinamiento interesado, no solamente para sumar voces a nuestra causa, sino para que esas voces estén basadas en la verdad, sea la que sea, para poder decidir reconstruir una identidad real, en lugar de permanecer en una realidad sociocultural que nunca existió. Y sobre acción política, sumando esfuerzos con otras personas y organizaciones que puedan influir en nuestro camino.
Por último, y como no podría ser de otra manera, se habló de futuro con esperanza. Con la esperanza de poder pagar la deuda que España dejó empeñada en América con la construcción del mayor Imperio de la Historia. Con la esperanza de reconstruir desde sus escombros la casa común de todos nuestros padres, de tatarabuelos iberos y celtas; de bisabuelos griegos y romanos; de abuelos visigodos, mozárabes y sefardíes; de padres españoles, y de todos los hermanos Hispanos de los cinco continentes. Con la esperanza de que, dentro de muchos años, digan de nosotros, los apenas diez comprometidos, que no faltamos aquel Sábado de Marzo, cuando el espíritu de la Gran Reunificación Hispana comenzó.

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