¡¡Al salón chicas, que ha llegado la flota!!

España formará trabajadores en Cuba

Era el grito de guerra en las casas de putas cuando las unidades navales atracaban en un puerto, y la cotización se ponía al alza en uno de los negocios que existirá, si los gobiernos no fueran tan hipócritas, para el bien de sistema nervioso de mucha gente.
Si existe una punta del hilo de la corrupción que deje más sustancia que la llamada formación o generación de talentos, ese es lo que pomposamente se denomina formación de trabajadores, que aunque no mueve las cuantías económicas de las obras públicas, donde el robo es a manos y sacos llenos en países como España, los fondos para la formación de trabajadores es algo que se presta al despiste de la sisa, y embarrados estamos hasta las cejas de ello.
Si los toros pudieran hablar entre ellos de algo diferente de las vacas, seguro que platicarían acerca de los toreros. La Patronal, los empleados que tienen la empresas –pagados por todos nosotros- en el estamento que se le denomina patronal, en su momento se calentaron la cabeza de cómo acabar con la molestia de los sindicatos – me refiero a España, único país, que, aunque sea a nivel de su cáscara, algo conozco-, les dio, y les ha dado un resultado de puta madre el endiñarle dineros para, en comandita con ellos, sindicato patronal y sindicato obrero, en amor y compaña de euros públicos, de todos nosotros, enseñen el mundo del talento, entre cigala y cigala, al mundo del trabajo.
Ni tan siquiera (también es porque mi inglés es o fue pichinglis de puerto) las siglas CAF (como café a falta de la última gota) corresponde con lo que dicen que se llama el Banco de Desarrollo de América Latina, en la que otra empresa, ya más especialista, más toro lidiado, española, una Compañía (tengo un amigo, que siempre va conmigo, que va a proponer a la Real Academia de la Lengua Española que entre las acepciones de la palabra Compañía, se asigne aquella otra de asociación para delinquir) Española de Financiación del Desarrollo (COFIDES), con financiación pública, nuestra, del mundo laboral cubano-español, español-cubano, se va a encargar de desarrollar las granujerías necesarias para que algo que surge contra toda natura de lo que es el aprendizaje laboral, tenga la apariencia de normalidad.
Del mismo modo que para nadar hay que echar el culo para atrás y mover las manos y los pies para no ahogarte, el mundo laboral solo tiene un camino para generar conocimiento en las nuevas generaciones laborales, y que consiste en una cultura teórica impartida por personal cualificado, que nunca serán los sindicalistas de la patronal o los otros sindicalistas que se dicen del obrero, y acto seguido entrar de aprendiz en una empresa determinada para aprovechar la experiencia al respecto del trabajo de otros ya formados laboralmente.
En España, las escuelas de Aprendices que estaban adjuntas a las grandes empresas, funcionaban de maravilla, y dieron el fruto, incluso inesperado de lo bueno que fue, a la sociedad. Y los llamados “ingenieros de factoría” técnicos formados en las empresas desde la propia escuela de aprendices, dieron, probablemente, más juego en la investigación industrial que los ingenieros de papel de las facultades.
Pero nadie tuvo en cuenta, la verdadera patronal sí, la que controla el poder económico, que todo eso son pamplinas y milongas camperas. Y vieron que dándole carne al león sindical, dándole de comer euros hasta que se hartara, se acababan las huelgas, no pasaban de ser amagos (por lo menos, repito, en España) de revueltas, y jamás el mundo sindical se vio tan lleno de excelentes gourmet con las tragaderas de los sindicatos españoles y sus bodegas aledañas.
Y esos expertos, con más rabos cortados, con más pelos dejados en la gatera de alterar hasta los tiques de los aparcamientos, quieren desembarcar en Cuba para administrar unos dineros que mirando a España se sabe y se ve casi a simple vista social para lo que han servido y sirven, y a qué altura han dejado al mundo sindical; Eso si, con aspecto de pobres, pero más ricos que nunca, y falta por conocer, a parte de ellos, quién se siente satisfecho con la moderna manera de generar talento en el mundo laboral.
¡Al salón chicas, que han llegado los ricos sindicalistas!
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

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