«15 de febrero de 1898, el acorazado norteamericano “Maine” estallaba en el puerto de La Habana dejando 256 víctimas. En una tensísima situación diplomática, los norteamericanos culparon a España de haber provocado la explosión. A pesar de que las sucesivas comisiones de investigación no pudieron demostrar nada, Estados Unidos empleó este trágico hecho como argumento para declarar la guerra a España. Así comenzó el desastre de 1898. Hacía tiempo que los Estados Unidos querían controlar Cuba por sus explotaciones de fruta y azúcar. Hicieron una oferta de compra. Como España no quiso vender, comenzaron una campaña de acoso utilizando la prensa sensacionalista americana. Cuando el “Maine” llegó a La Habana, el clima diplomático ya era irrespirable. ¿Qué era el “Maine”? Un acorazado de 6.682 toneladas, 25 cañones de diverso calibre y cuatro tubos lanzatorpedos, con 392 tripulantes a bordo, al mando del capitán Charles Dwight Sigsbee, y con la poco amistosa misión de “proteger los intereses de los ciudadanos norteamericanos en Cuba”; lo cual implicaba la afirmación de que esos intereses estaban amenazados por… España. Las autoridades españolas, para limar asperezas, invitaron a la oficialidad del barco a una recepción en La Habana. Pero el 15 de febrero, a las 21,40 horas, una fortísima explosión sacudió la proa del barco. Pedazos enteros saltaron por los aires con los cuerpos desgarrados. El barco se hundió en pocos minutos llevándose la vida de 256 hombres. Hoy no hay duda de que la explosión del “Maine” se debió a…»
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