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'Vestido de novia' de Marilyn Solaya nominada a los Goya

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Vestido de novia», de Marilyn Solaya entre las nominadas

 
Argentina, Chile, Perú y Cuba optarán al Premio Goya a la mejor película iberoamericana en la 30 edición de estos galardones, según el anuncio realizado hoy por la Academia de cine español.
«El clan», del argentino Pablo Trapero; «La once», de la chilena Maite Alberdi, «Magallanes», del peruano Salvador del Solar, y «Vestido de novia», de Marilyn Solaya, fueron las elegidas por los académicos.

Marilyn Solaya: Vestido de novia ha sido mi graduación

La Habana, 1994. Esa fecha le dice mucho a Marilyn: se encontraba separada de su familia, estudiando en el ISA, sin recursos y sin casa, pero con un proyecto y con el sueño de hacerse cineasta. Ese fue el año de los balseros, el año en el que se estrenó Fresa y Chocolate –donde interpretaba a Vivian, la novia de David– y ese es el año en el que decidió que se desarrollaría su ópera prima. Vestido de novia llega dos décadas después de la gran obra de Titón y Alea para abordar un tema que a muchos resulta polémico: la homofobia y el drama que viven las personas transexuales. Con la misma sensibilidad del abrazo eterno entre Diego y David, nos llega la historia de quien se realizó la primera operación de reasignación sexual en Cuba.
Le tomó diez años a Marilyn Solaya terminar su película. ¿Por qué tanto tiempo?
Hacer cine es complicado porque lleva procesos muy caros y se necesitan recursos. Cuesta trabajo que te reconozcan una obra; primero, tiene que estar bien y segundo, a nadie que empieza de pronto lo dejan hacer una película; tienes que demostrar que puedes hacerla. La obra debe hablar por sí sola y, por supuesto, cuando se trabajan temas tan delicados como los que abordo en la película, con ese compromiso social, tienes que tener un cuerpo de información teórico y de investigación muy grande, y eso es algo que no se hace en dos días.
Hay que respetarse a uno mismo y hay que respetar también a las personas para las que se trabaja. Quienes me abrieron su casa, su corazón, su vida y su privacidad, tienen que sentirse complacidos, honrados; para mí eso es importante y ahí fui lo más rigurosa que pude.
¿Cómo llegas a esta historia?
El tema llegó a mí. La primera persona reasignada en Cuba en 1988 me escuchó hablar una vez en la televisión y contactó conmigo; a partir de ahí, comenzamos a trabajar y me asusté mucho: son historias de vidas increíbles. Por mucho que la película sea dura, todavía me quedé corta. En aquel momento me di cuenta que me tenía que preparar y prepararla a ella también. Nosotros los comunicadores tenemos en las manos las herramientas para dar otros puntos de vista, porque tiene que haber otra manera de vivir y de mirar las cosas. Tengo un gran compromiso por la no violencia, por la igualdad de género y el respeto; pero eso no se podía quedar en mi propia cotidianidad, sino que tenía que reproducirlo en mi obra, para llamar la atención, para que las personas conozcan, opinen, piensen.
Detrás de todo proyecto siempre hay grandes sacrificios. ¿Cuáles han sido los de Marilyn?
Considero que por ser mujer he tardado más en hacer mi película. He entrado en desigualdad de condiciones en estos espacios porque yo tuve hijos y ellos necesitan un tiempo y en todas las sociedades machistas, hegemónicas y patriarcales las mujeres tenemos que cumplir por decreto todos los roles: dedicarse a la casa, al cuidado de los niños, a los padres. Tienes que lograr esa conciliación con una carrera que lleva investigación, en la que todo el mundo te está mirando, y hay muchas personas que te ponen en la mano una responsabilidad y tienes que ser coherente con eso, lo cual implica incalculables horas de trabajo y muchas renuncias.
El sacrificio no ha sido solo mío, sino de la gente que me rodea. Vivo en La Habana sola con mis hijos; mi madre vive en provincia y cuida a mi abuela allá. Cuando ella tiene que trasladarse a La Habana para que yo pueda filmar, toda mi familia asume la responsabilidad. Sin este equipo familiar hubiese sido imposible.
La clave está en no abandonar. Hay más directoras graduadas de lo que parecen. Si eres mujer y tienes un punto de vista que poner en tela de juicio, hazlo bien.
A pesar de ser tu primera película, reúnes en ella a actores tan reconocidos como Laura de la Uz, Isabel Santos, Luis Alberto García, Jorge Perugorría, Pancho García…. ¿Cómo lo lograste?
Por alguna razón, desde el inicio los actores estuvieron muy implicados en la película, a pesar de que era mi primer trabajo. Hemos compartido muchísimo. Laura y yo estudiamos juntas, a Isabel la llamé una vez y le dije: todas quisimos ser tú en algún momento de nuestra vida porque te admirábamos, así que yo te quisiera tener en mi película; te voy a mandar un personaje que escribí para ti, si te gusta lo hacemos y si no, quiero que sepas que he pensado en ti. Escribí los personajes para cada uno de los actores que se ven en la cinta. Todos me dijeron que sí, se sintieron satisfechos con el guion y también con el resultado final.
¿Continuarás abordando en tus próximos filmes los temas de la familia y de la violencia de género?
Sí, definitivamente sigo con la temática, siempre trabajando por la no violencia y contra la desigualdad. Ahora estoy haciendo una película que trata sobre una etapa de la vida muy complicada y olvidada: la tercera edad. Se llama Bajas pasiones y son cinco historias de personas que suben y bajan de una guagua. Son temas muy necesarios y va a desarrollarse en esta época. Estoy en el proceso de investigación y de construcción de personajes.
Pero no creo que demore tanto como con mi primer largometraje. Ahora soy más fuerte, puedo hacerlo mejor y ganar más tiempo. Para mí, Vestido de novia ha sido mi graduación, mi consolidación. Todos mis recursos están aquí, esta soy yo y todo lo que he aprendido, con todos los desparpajos que pueda tener una ópera prima, porque no soy Orson Welles.

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